Delgada y ciento por ciento fibrosa podría ser una buena descripción física de esta mujer de 45 años. Y la razón es que se convirtió hace muchos años en una adicta a las endorfinas que genera la actividad física y que ella traduce en, a lo menos, una hora de trote diario, acompañada de su Ipod.
Jackie Plass, casada y madre de cuatro hijos que van de los 18 a 8 años –“están en todas las etapas”, dice entre risas- registra un currículo bastante singular y que devela sus múltiples intereses.
Estudió historia en la UC y se dedicó a la docencia durante sus primeros 15 años de vida profesional en forma intensa, junto con realizar investigación en la misma casa de estudios. Con el tiempo, derivó a las ciencias políticas y administración, pero hasta el día de hoy mantiene un ramo –“actualidad política nacional”- en el colegio San Benito para los cursos de Cuarto Medio.
“Es un electivo que me mata; siento que tengo una capacidad de permear a esos alumnos que es fascinante”, confiesa.
-Entonces, ¿por qué abandonaste la historia?
“Es que llegó un momento en que, después de estar 15 años haciendo investigación en diversas instituciones como la Fundación Futuro, el Colegio de Ingenieros o con Sergio Villalobos, asumí que era un trabajo árido y súper solitario. A la larga, leer y leer sola no fue posible, quizás por un tema de personalidad”.
En ese momento preciso, año 2002, un conocido le sugirió girar hacia la gestión e ingresó a la Universidad Diego Portales donde se desempeñó como directora de asuntos internacionales (intercambios de alumnos) y post grados y más tarde, como vicerrectora académica.
“Fue en una etapa perfecta de la vida… lo busqué en cierta manera porque tenía 4 niños chicos y estas nuevas tareas me permitían tener un horario súper flexible, así como vacaciones de invierno y verano. Podía trabajar en mi casa, era el trabajo ideal”, sostiene.
Dos años más tarde, Jacqueline volvió a darle un giro a su vida y se unió al equipo de profesionales que llevan adelante el programa de asistencia legal ad honorem que entregan abogados voluntarios a través de la Fundación Pro Bono. Ahí se hizo cargo de la dirección de proyectos, pero al poco tiempo sumó labores en la Fundación Pro Acceso a la Información Pública, de la cual es miembro fundadora.
Luego, durante el 2006, se desempeñó por algunos meses, como directora ejecutiva de Chile Transparente, hasta que emigró a la Fundación Pro Innovación.
-¿Por qué dejar la universidad para ingresar al mundo de las fundaciones sin fines de lucro?
“Don Manuel Montt (ex rector de la Diego Portales) fue uno de los impulsores de mi cambio; él consideraba que tenía el perfil para ello, cierta capacidad de gestión”.
-Sí, pero son temas de interés público, de derechos ciudadanos.
“Es cierto, en cada una de ellas he tenido aprender del tema en cuestión, de acceso a la información, de transparencia, pero mi labor se ha enfocado en conseguir los recursos y los equipos humanos para poder echar a andar los proyectos.
“Son temas de políticas públicas pero desde el sector privado. Alguien me dijo hace poco que me falta trabajar en la administración pública, pero la verdad es que siento que desde aquí hago un trabajo de difusión, de impulso de los temas que están en la agenda y que importan a los chilenos”.
-¿Tu jornada está sobrecargada?
“Absolutamente, aunque he tratado de negociar jornadas flexibles, en la medida que vas adquiriendo más responsabilidades, asumiendo más temas, la flexibilidad disminuye en forma abismante. No puedes decirle que no a la gente que trabaja contigo o a los viajes o programas especiales”.
-¿El más chico de tus hijos ha resentido eso?
“Quizás no tanto porque a él le tocó esta mamá… es lo que hay (dice entre risas). Los otros tuvieron una madre mucho más presente, más disponible.
“Ahora, creo que es importante decir que todo esto es posible de hacer cuando tienes una pareja y una familia que te apoyan; de lo contrario, se hace cuesta arriba, porque como mujeres tenemos demasiadas responsabilidades que abarcar al mismo tiempo: trabajo, hijos, matrimonio, amigas, todo”.
Lo anterior es lo que explica que su casa siga funcionando entre viaje y viaje que están instalados en su agenda de aquí a comienzos de 2008, incluido una gira a la India.
-¿Qué tiempos te das para ti con tanta actividad?
“El trote” (salta rápido).
-Grafícamelo.
“Significa andar siempre en mi auto con las zapatillas, el short y la polera, además del Ipod de manera que si de repente se hace un lugar en la agenda porque me cancelan un almuerzo yo salgo a correr. Mucha más evasión no tengo, salvo el lunes en la noche en que juego bridge con un grupo de amigas de hace muchos años”.
Confiesa que le encanta la lectura, pero que es poco lo que le puede dedicar hoy a la literatura, ya que se ha concentrado en textos y todo tipo de información referida a la innovación, desarrollo, etc. “Me gocé los libros de Sandor Marai”, señala con cierta nostalgia.