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¿Amigos con el ex?, un paso hacia una relación gratuita

Aunque en el pasado era poco común, hoy cada vez se ve más que dos personas que tuvieron una relación sentimental, mantengan un lazo verdadero de amistad después del rompimiento.

01 de Marzo de 2010 | 10:32 |
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La amistad con una pareja previa es un tema que ha rondado la mente de muchas personas. Si es bueno o si es malo, depende de muchos factores que logren convertir ese amor que algún día los unió en una relación de amistad. Aunque, claro, con algunos matices que dejen claras las diferencias de esta nueva etapa afectiva.

Claramente no es lo mismo haber pololeado con alguien que haber estado casado con hijos y haberse proyectado con esa pareja. Tal como lo señala Rodrigo Guendelman, conductor de “Divertimento” en Radio Zero, la amistad luego de haber tenido una relación formal y madura se coarta bastante después de un quiebre.

“Cuando las parejas tienen hijos de por medio, normalmente se dan ciertos grados de conflictos y es muy difícil que sean amigos porque hay demasiado ruido. Siempre hay uno que queda un poco más afectado que el otro, porque estaba más enamorado o tenía más proyectos. Entonces, quedan ciertos grados de rencor, de resentimiento y es imposible que haya una amistad con un mínimo de resentimiento”, dice.

Con tantas huellas después de la ruptura, es necesario tener un “duelo” para llegar a un estado en que exista la posibilidad de tener una relación al menos cordial. Esta etapa constituye el punto inicial para tener un proceso reflexivo y alcanzar una estabilidad emocional que permita acercarse a la ex pareja. La idea es evitar derrumbarse si uno de ellos confiesa que tiene una nueva relación.

“La gracia de la amistad justamente está en la libertad entre esos dos individuos, el cariño sin ningún tipo de ataduras y además en la espontaneidad y eso es muy difícil de lograr cuando hay heridas o cicatrices. Por eso es importantísimo que pase un buen tiempo”, agrega Guendelman.

El “duelo” es un proceso en donde se mira el pasado y se sacan lecciones de lo que se hizo y lo que no. De darse cuenta de lo que estuvo bien y lo que estuvo mal, y luego dar paso a la reconciliación afectiva. Es lograr compartir un tiempo juntos porque lo quieren, renunciando a eso que sustentó la unión de pareja. “Deben haberse saldado las cuentas de la relación previa” y quitarse el miedo frecuente de “verse reflejado en el otro como alguien con una imagen criticada o desvalorizada”, indica la psicóloga Tatiana Guillón.

Si bien hay casos donde es imposible que vuelvan a tener una relación cordial porque los motivos de su quiebre fueron demasiado dolorosos, hay otros en que es posible recomponer el cariño que los unió para formar algo nuevo. En ellos hay un proceso psíquico que va dando señales de los cambios que están ocurriendo.

“Hay todo un trabajo inconsciente que se puede ver durante el luto porque la gente sueña con la pareja previa o cree verla en todas partes. Esos son efectos de un trabajo que se está ejerciendo de una manera explícita. Se va dando con cosas que piensan y que recuerdan”, ilustra Guillón.

Luego del duelo puede ocurrir el primer paso hacia la cordialidad, aunque Guendelman subraya que no debe ser planeado. “El acercamiento debe ser espontáneo y si se logra puede ser algo muy bonito. No se debe buscar una relación de amistad con la pareja porque eso sería muy forzado. Quizás hasta puede ser contradictorio o mal entendido sobre todo para la actual pareja”, explica.

En la amistad se da paso a un concepto clave que la sustenta: la “gratuidad” emocional, que pasa a constituir el punto de partida y condición fundamental para pensar en este nuevo apego emocional. Así lo enfatiza la psicóloga Tatiana Guillón, quien describe las características de una relación amistosa:

“Una relación de amistad es pura gratuidad. Significa dar, otorgar algo que me enriquece y que de alguna manera realiza eso que soy. Además, tiene que ver con algo que se mantiene en el tiempo e implica que ciertos límites no se pasen, a diferencia de lo que pasa en una relación de pareja”.

La amistad implica renunciar a las expectativas que habían en la relación de pareja y a detalles que antes eran parte de la comunicación. Dejar de preguntar “¿dónde estás?”, “¿qué estás haciendo?” o “¿con quién saliste ayer?”, y pasar a un “¿cómo has estado?”, “¿te puedo ayudar en algo?” o “no te preocupes, todo va a estar bien”.

Pero sobre todo, la especialista destaca la importancia del abandono de esa dependencia que antes los unía: “Lo fundamental es que hayan prescindido el uno del otro. Uno al amigo lo llama cuando está angustiado, pero esa persona está gratuitamente contigo. No puedes exigirle que esté contigo y que no esté con la polola y hacerle una escena de celos. Es una relación de entrega, de aporte”, agrega.

Relaciones civilizadas

En tanto, Rodrigo Guendelman hace un análisis de la realidad local. En su opinión lo que prima hasta ahora son las relaciones civilizadas más que de amistad profunda entre ex parejas: “Yo veo cada vez más relaciones de amistad livianas, sencillas y cordiales, con mucha civilidad entre ex parejas, pero conozco pocos ejemplos de relaciones profundas”, declara.

Sin embargo, el periodista destaca el gran lazo que puede formarse si las cosas se dan para construir una relación cercana (con la definición que quiera dársele). Pese a que aún son la excepción a la regla, Guendelman rescata la grandeza de estas relaciones.

“Deben ser pocas las parejas que logran realmente ser grandes amigos. Los que lo logran tienen amistades muy bonitas y muy profundas porque son dos personas que se conocieron muy bien. Pero creo que son la excepción a la regla porque tiene que pasar todo el ruido, toda la contaminación que hay después de terminar”, asegura.




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