Retomo mis apuntes para reconstruir la bitácora de un recorrido de cuatro semanas que me llevó de Chile a Brasil, Tailandia, Malasia, Hong Kong, Guatemala, Francia, Estados Unidos y México. Un atracón sensorial de colores, sabores, sonidos, fragancias a toda escala e intensidad.
Llegar al aeropuerto de Hong Kong Uno, un lugar estimulante en forma y fondo, es un golpe de modernidad funcional. Se hace fácil tomar el tren y llegar a Wanchai, el lugar que los cocineros sueñan, lleno de pequeños restaurantes en cada calle ofreciendo pato laqueado, cerdos crocantes, dumplings, noodles, muchos locales donde manda el wok, arroces salteados, fritos, etc.
Y lo mejor de todo...¡¡¡los menús no están en inglés!!! lo que nos obliga a entrar a ese mundo de sabores guiados solo por nuestro paladar que enriquece sus coordenadas con sabrosa experiencia.
Hicimos lo de cualquier turista, nos instalamos en el hotel y salimos a caminar y conocer, teniendo como norte el mercado. Encontramos uno de película con los carniceros en short y delantal (ya que hace mucho calor), locales que venden calamares y pescados secos, verdulerías en las que se encuentran raíces de loto, taro, raíces de bamboo y otras verduras de formas y colores sorprendentes.
También hay pescaderías en las que encontramos mariscos y pescados vivos, como camarones, navajuelas, almejas y jaibas amarradas con un arte poco antes visto.
En este barrio también encontramos tiendas que venden productos de la medicina tradicional China donde hay cientos de hierbas, de penetrantes olores, hongos multiformes y variedades de productos del mar deshidratados como algas, medusas, etc.
Al mercado de Temple Street hay que ir en la tarde noche de 7 a 10 pm; ahí se puede comprar todo tipo de artesanías locales así como ropa, artículos electrónicos. Caminando uno encuentra pequeños restaurantes en los que puedes degustar camarones muy espaciados fritos con caparazón, navajuelas salteadas con algas y salsa de ostra y palomas fritas. Todo delicioso y bien condimentado.
Es un lugar para cualquier gozador de la vida, un lugar sin lujos ni elegancia, sólo mesas de plástico, sillas de madera, lavaplatos en la calle y buena... ¡¡¡muy buena comida!!! A modo de postal con sabores anotados en mi bitácora les dejo unas recetas para compartir con la familia.
Hasta la próxima!, zài jiàn!, Matías Palomo, chef del
Sukalde.