PEKÍN- Los distintos métodos de cultivo del arroz y del trigo podrían ser el origen de las diferencias entre las culturas orientales y las occidentales, asegura un nuevo estudio de especialistas chinos y estadounidenses que publica la revista "Science".
Mientras que el cultivo del arroz es un proyecto colectivo, empezando por la dificultosa irrigación de los terrenos que requiere, los agricultores que producen trigo pueden ser más independientes entre sí, lo que habría dado paso a un mayor individualismo, según esta "teoría del arroz".
En una serie de encuestas, los investigadores establecieron claras relaciones entre el colectivismo y el individualismo y las respectivas formas de cultivo.
"La idea es que el arroz impulsa económicamente la cooperación y que esas culturas se van volviendo más entrelazadas entre sí a lo largo de muchas generaciones, mientras que las sociedades en las que cada uno es menos dependiente del otro dan más libertad al individualismo", cita la revista al investigador Thomas Talhelm, que vivió muchos años en China.
El estudio amplía las teorías sobre las culturas agrícolas que hasta ahora sólo diferenciaban entre sociedades agrícolas y de pastoreo. Para excluir factores históricos, políticos y culturales de otro tipo, la investigación se llevó a cabo solamente en China, donde en el sur se planta arroz y en el norte, trigo.
En seis localidades fueron entrevistados 1.162 chinos de la etnia han sobre individualismo, capacidad de análisis y sentido de la comunidad. "El sur de China, productor de arroz, es mucho más interdependiente y piensa de forma más colectiva que el norte, donde se planta trigo", escriben los científicos de las Universidades de Virginia y Michigan y de la Beijing Normal University y la South China Normal University en Guangzhou.
Las diferencias entre el norte y el sur de China se extrapolan a las culturas orientales y occidentales. Las diferencias encuentran explicaciones sencillas: las redes de riego para los campos de arroz y el uso del agua exigen cooperación.
Los canales fueron construidos por pueblos enteros y el consumo de agua de una familia afectaba al vecino. La necesidad de trabajo es al menos el doble de la que requiere el trigo, y por eso las familias tienen que ayudarse para cosechar. La cooperación es económicamente muy útil en el cultivo del arroz.
Las relaciones se basan en la necesidad mutua y se evitan por tanto los comportamientos que generan conflicto. Por el contrario, los productores de trigo sólo necesitan la lluvia y pueden ocuparse mucho más de sus propios campos, sin depender tanto de los vecinos.
Los encuestados fueron casi todos estudiantes universitarios que en general jamás han trabajado en el campo. Pero según la "teoría del arroz", esta cultura se ha transmitido durante miles de años. "En resumen: no hay que ser productor de arroz para haber heredado la cultura del arroz", señalan los investigadores.
Para excluir factores climáticos también se entrevistó a chinos a lo largo de la frontera entre el norte y el sur, donde se confirmaron las diferencias entre los grupos pese a la escasa distancia.
"Hemos comprobado que la teoría del arroz puede explicar en parte las diferencias entre Oriente y Occidente", señalan los autores. Además de las teorías sobre la producción agrícola hay otras que buscan explicar estas diferencias.
La hipótesis sobre la modernización cree que las personas con un mayor bienestar económico cuentan con una mayor educación, son más procapitalistas y por tanto individualistas y analíticas.
Pero en Japón, Corea del Sur o Hong Kong las personas siguen teniendo una organización muy colectiva pese al mayor nivel de vida. Otra hipótesis considera que las sociedades con una mayor transmisión de enfermedades son más unidas.
Este tipo de patógenos son más habituales con temperaturas más elevadas, pero también el cultivo del arroz requiere climas más cálidos, destacan los expertos, y por eso creen que el sentido colectivo procede más bien de la forma de cultivo.