El humo y la excesiva cocción de los alimentos generan componentes nocivos, como las aminas heterocíclicas e hidrocarburos aromáticos policíclicos. Ambos pueden aumentar el riesgo de sufrir cáncer. Dichos componentes se producen cuando la grasa y los jugos de la carne gotean en el fuego y generan llamas. Luego estos compuestos riesgosos se adhieren a la superficie del alimento, explica Franco Pedreschi, director de Ingeniería Química y Bioprocesos de la Universidad Católica (UC).
El experto advierte que si bien la formación de estas sustancias cancerígenas varía "según el tipo de carne, el método para cocinarla o el grado de cocción", estarán presentes en cualquier tipo de producto de carne a la parrilla que se cocine a más de 150°C.
Para disminuir la presencia de estos compuestos nocivos, una de las primeras recomendaciones consiste en preparar el fuego con anticipación, para que en el momento de la cocción ella se realice mediante el calor de las brasas, sin presencia de llamas. También es imprescindible evitar exponer la carne de forma directa a las llamas.
También es importante elevar adecuadamente la temperatura de la carne, de manera lo más uniforme posible, con el fin de impedir que se generen zonas más quemadas que otras.
Hay que mantenerse atentos a conseguir el punto justo preferido para cada corte e impedir que la carne se queme. Si ello ocurre, es muy importante eliminar las partes quemadas antes de consumir el producto.
Nada de una pasadita de limón o cebolla: hay que eliminar concienzudamente los restos de carne y grasa quemada que cubren el aparato para garantizar un asado más sano la próxima vez.