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Día Internacional del Beso: Una costumbre que pese a sus beneficios ha tenido que ser dejada de lado en días de pandemia

Expertos analizan los diversos efectos positivos que genera en el cuerpo humano, y los desafíos que ha dejado su práctica en momentos en que se prioriza el distanciamiento social para prevenir el coronavirus.

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AP
Estas últimas semanas de cuarentenas preventivas y obligatorias han generado cambios drásticos en las rutinas del día a día de muchos, tanto en los trabajos o estudios como en la forma de compartir con los más cercanos. Además, las diversas medidas de higiene para prevenir el contagio de coronavirus (covid-19) han hecho que los saludos con abrazos o besos queden suspendidos por un tiempo.

Este lunes se celebra el Día Internacional del Beso, fecha que surgió para conmemorar el beso más largo de la historia entre una joven pareja tailandesa por más de 58 horas de duración. Pero este 2020 la jornada no es ni será igual que otros años, ya que aunque sea una acción que puede ayudar a hombres y mujeres a generar hormonas saludables para bajar niveles de estrés, por ahora y durante un tiempo aún indeterminado, el distanciamiento social es prioridad.

Rodrigo Jarpa, psicólogo de Clínica Las Condes y doctor en sexualidad humana, cuenta a Emol que el besar genera variados beneficios en la persona que se han investigado extensamente y que van más allá de lo emocional. "El acto físico de besar tiene consecuencias a nivel de sistema nervioso parasimpático, relacionado con estados de relajo y confort", indica.

"Mejora la resistencia a agentes alérgicos, aumenta la resistencia fisiológica al estrés, ayuda a bajar significativamente los niveles de colesterol malo, movemos más de 36 músculos, dispara la oxitocina, la dopamina y las endorfinas, reducen nuestros niveles de cortisol y aumentan los niveles de oxitocina", señala Jarpa.

Según explica la psicóloga Marina Sangonzalo, cuando se reciben o se dan besos se desata una tormenta bioquímica en el organismo que provoca sentimientos de seguridad, con lo que es importante cuidar esta muestra de afecto en las relaciones sociales y, sobre todo, con los niños, ya que los que crecen sin este tipo cariño suelen ser personas más "inseguras".

El beso es una cariñosa muestra de afecto que, si se pone en práctica de forma frecuente, ayuda a quemar calorías, tener un cutis más terso o mejorar el humor. Una sesión de besos apasionados puede quemar "hasta 13 calorías", asegura la doctora Gemma Ramón a EFE.

Pero, ¿de dónde viene esta costumbre que se ha instaurado alrededor del mundo y por qué tiene tantos beneficios?

Jarpa indica que siempre se ha preguntado quién descubrió los besos y "cómo se les ocurrió juntar boca con boca". En respuesta a esto, el psicólogo señala que Freud pensaba que los besos "eran la búsqueda del pecho materno en los labios de otras personas: 'Nos encanta besar porque el beso estuvo presente en nuestro primer gran amor'".

Hoy, el especialista cree que las relaciones de pareja "exitosas" a largo plazo se caracterizan por las demostraciones físicas de afecto, en que el beso es parte importante de las conductas que puede implicar amar a otro. Sin embargo, cree que la importancia que se le da a esto es relativa y que depende del contexto, el significado y las motivaciones que lo acompañan.

Desafíos que deja en medio del aislamiento


Según una encuesta de Gleeden -una plataforma de encuentros extra conyugales para las personas casadas-, el 68 por ciento de los 12.000 usuarios que participaron cree que en las circunstancias actuales los besos no son la principal muestra de cariño entre las parejas.

Incluso, un 63% de ellos, la mayoría hombres, dice que no ha dado ningún beso desde el inicio del estado de alarma. Los motivos principales que alegan para justificar estos datos son, principalmente, la falta de intimidad –al estar las 24 horas toda la familia en casa– y el miedo al contagio.

Ante el contexto actual, Jarpa cree que el desafío es "aceptar el dolor que implica una situación como esta, de no tener contacto físico de nuestros seres queridos, de perdernos los besos, el dolor a la incertidumbre, los efectos económicos y la enfermedad, entre otras".

El doctor en sexualidad enfatiza en que al hablar de aceptación no se refiere a una actitud de quien piensa positivo, algo que asegura es difícil de mantener en una situación así, sino que "reconocer y darle espacio a los pensamientos y emociones difíciles". "El miedo y la ansiedad son respuestas naturales, inevitables y normales. y aceptar es observar cuando aparecen y no luchar contra ellas, evitándolas o intentando que se vayan", indica.

"El desafío es enfocarnos en lo que podemos controlar y actuar en función de lo que nosotros valoramos en la medida de lo que podamos. Por ejemplo, preguntarnos todos los días: ¿Qué puedo hacer justo ahora, por pequeño que sea, que mejore mi propia vida, la de mi pareja/familia o la de las personas de mi comunidad? Lo importante no es solo responder, sino que también actuar", concluye Jarpa.
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