Grigor Dimitrov, tras vencer a Murray, se convirtió en la cabeza de esta nueva generación.
AFPLONDRES.- Apodado el "Baby Federer", Grigor Dimitrov era hasta ahora más popular por sus historias amorosas que por su prometedor tenis. Pero tras una larga espera, el búlgaro y la nueva generación irrumpió con fuerza en Wimbledon.
"Queremos demostrarnos a nosotros mismos y a los grandes que podemos estar ahí arriba", advirtió el búlgaro tras eliminar el miércoles al gran ídolo local y defensor del título, el británico Andy Murray.
Dueño de un fino revés a una mano y de un juego que combina talento y potencia, lo que le valió hace años ya la comparación con el suizo Roger Federer, Dimitrov es la punta de lanza de una generación en la que también asoman el canadiense Milos Raonic, el letón Ernests Gulbis y el japonés Kei Nishikori.
Y por detrás de ellos el sorprendente australiano Nick Kyrgios, el verdugo del español Rafael Nadal en el césped londinense.
Al igual que Dimitrov, Raonic se metió en Wimbledon por primera vez entre los cuatro mejores de un torneo de Grand Slam. Ambos tienen 23 años, uno menos que Nishikori y cuatro más que Kyrgios. Gulbis, semifinalista en Wimbledon, tiene 25 años.
No son estrellas precoces como lo fueron en su momento Nadal, el australiano Lleyton Hewitt y en menor medida Federer. Pero son la principal esperanza de recambio en un tenis que aún no encuentra sustitutos al "big four" que domina desde hace años el deporte.
"Es algo emocionante para el juego ver nuevos rostros como los de Kyrgios, Raonic o Nishikori. Hay algunos jóvenes golpeando la puerta ahora. Pero aún no tenemos todos los adolescentes que esperaría tener", afirmó Federer, campeón de 17 Grand Slam con 32 años y padre ya de cuatro hijos.
El único jugador menor de 20 años entre los 100 mejores del ranking será a partir de la próxima semana Kyrgios, que con su acceso a los cuartos de Wimbledon dará un gran salto desde el puesto 144 de la clasificación.
El impacto del australiano de origen greco-malayo cautivó a la prensa británica, que lo calificó como una "estrella naciente" y aventuró que puede ser el nuevo "jugador del año". Con un crecimiento más paulatino, Dimitrov y Raonic parecen estar entrando en la etapa de madurez necesaria para dar el gran salto.
Ganador en 2014 de tres de los cuatro títulos de su carrera, Dimitrov llega con la confianza especialmente en alza en el césped, superficie donde obtuvo hace dos semanas el torneo de Queen's.
"Está encendido, es el jugador a batir", dijo el serbio Novak Djokovic sobre Dimitrov, su rival en las semifinales de mañana.
El búlgaro, novio de la rusa Maria Sharapova y ex pareja de la estadounidense Serena Williams, apenas festejó su contundente triunfo ante Murray. Sus ambiciones no terminan en las semifinales.
"¿Por qué debería estar sorprendido? Me siento muy contento, no lo voy a ocultar, pero es algo por lo que he estado trabajando", afirmó Dimitrov. "El torneo continúa para mí y debo estar lo más enfocado posible. Estoy feliz de estar semifinales, pero espero que haya más partidos aún para mí".
Tampoco Raonic, que se cruzará en el otro choque de semifinales con Federer tras batir a Kyrgios en cuartos y a Nishikori en octavos, se mostró conforme con acceder por primera vez a esa instancia. "El objetivo es ser el mejor del mundo y éste es un nuevo paso", advirtió el potente sacador canadiense.
Gulbis irrumpió en el "top ten" tras sus semifinales en Roland Garros. Cayó en la segunda ronda de Wimbledon, pero nadie duda de que su talento alcanzó ya la madurez.
El surgimiento de nuevas figuras no implica necesariamente el comienzo del fin de la generación que ha dominando el tenis en la última década. "No me siento viejo", rechazó Murray, que tiene 27 años al igual que Djokovic. Nadal apenas tiene 28 y Federer, pese a sus 32, aún demuestra vigencia.
Pero como admitió Murray, la pelea cada vez es más pareja. "Si no juegas muy bien contra ellos es duro ganarles. Antes eran más jóvenes y tenían menos experiencia, y uno podía encontrar la manera de ganarles sin hacerlo bien", aseguró el británico. "Pero ahora que han mejorado, es cada vez más duro".