SAO PAULO.- El nuevo salario mínimo de 180 reales (US$ 84,7), que entrará en vigor el próximo 1 de abril en Brasil, representa un incremento de 12,5%, muy superior a la inflación, pero todavía es insuficiente para responder a las necesidades sociales de los más pobres de este país.
El salario mínimo fue acordado en noviembre en el Congreso y debía entrar en vigor en mayo, aunque Cardoso anunció anoche que iba a ser adelantado en un mes. La gran discusión cuando fue fijado ese salario mínimo fue intentar acercarlo al equivalente a US$ 100, pero la reciente depreciación del real lo ha alejado de ese simbólico horizonte.
El incremento del salario mínimo, actualmente de 151 reales (US$ 71), está bastante por encima de la inflación, que cerró el 2000 en 5,9%. Aún así, "mucha gente dirá que ese valor no es suficiente y de eso no hay duda", reconoció el presidente al hacer su anuncio.
Alrededor de 30 millones de brasileños ganan menos de dos salarios mínimos por mes, lo que corresponde al 41% de los trabajadores.
Un análisis más detallado de esa cifra revela que 15 millones de brasileños cobran sueldos por debajo del salario mínimo y otros 15 millones reciben entre uno y dos salarios mínimos, dijo el economista José Mauricio Soares, del Departamento Intersindical de Estadísticas y Estudios Socio-económicos (Dieese), a la agencia France Presse.
Ajustado por la inflación, el aumento del salario mínimo desde 1995 ha sido del 11% en Brasil, pero el problema es que este permitía un poder de compra mucho mayor en el pasado. Por ejemplo, el salario mínimo implantado en el país en 1940 equivaldría hoy a 603 reales, mucho más que los 180 reales aprobados", señaló Soares.
Actualmente cualquier aumento del salario mínimo resulta muy oneroso para las arcas públicas, sometidas a un ambicioso plan de ajuste fiscal, debido principalmente a que las jubilaciones (hay 19,6 millones de jubilados en Brasil, de los cuales 12,5 millones cobran un salario mínimo) proceden de la previdencia (seguridad social), altamente deficitaria y a la que contribuyen menos de la mitad de los trabajadores brasileños, según el Dieese.
"Para que el aumento del salario mínimo represente un efectivo aumento de poder de compra para el trabajador es preciso que haya una economía estable y que esta tenga bases sólidas", concluyó Cardoso.
Tras graves crisis sucesivas que afectaron fuertemente a la economía brasileña desde 1994, Brasil consiguió en el 2000 emprender el camino del crecimiento y la recuperación de sus principales indicadores, lo que lo enrumba a esa estabilidad económica a la que se refería Cardoso: la inflación está bajo control y debería cerrar en 4% este año, el Producto Interno Bruto debería crecer en torno al 4,5% y la industria tuvo su mejor resultado en 5 años cuando en el 2000 vio crecer su producción en 6,5%.
"La mejora de la economía ya se está reflejando en cuestiones sociales, como una progresiva caída del desempleo, pero aún no se ha traducido en una mejora de los salarios reales", remarcó el economista de la Fundación Getulio Vargas, Lauro Vierira de Farías.