SANTIAGO.- Confirmando los pronósticos en el sentido que buscará un nuevo "techo" en torno a los $ 720, el dólar cerró este lunes con un alza de $ 3,70, en respuesta a la incertidumbre sobre el impacto de los ataques bélicos lanzados el domingo por Estados Unidos y el Reino Unido contra Afganistán, y el incierto futuro de Domingo Cavallo como ministro de Economía de Argentina.
A las 13.00 horas, la moneda estadounidense se situó en $ 713,50/713,80, en un nuevo máximo histórico.
En lo que va del año, el alza es de $ 139,9 (24,37%).
Antes de la apertura, la divisa llegó a ubicarse en los $ 717, aunque "tomas de utilidades" de bancos la llevaron a ajustarse a $ 714,50/715,00 a las 10.00 hrs.
Los mercados mundiales han reaccionado con moderadas pérdidas al inicio de los ataques aliados contra el régimen talibán, aunque existe coincidencia en que si el conflicto se comienza a alargar o si se producen nuevos ataques terroristas, el impacto sobre los mercados será mucho mayor.
Tokio estuvo cerrado, Hong Kong perdió un 3,01%, el Dow Jones cae un 0,38% y el Nasdaq un 0,53%.
"$ 720 es un techo razonable en el actual escenario, donde no se sabe con certeza el alcance que tendrá el conflicto bélico. (...) A nivel regional, el hecho que sea feriado en Argentina puede ayudar a que el debilitamiento del peso no sea tan acelerado", dijo un analista.
En medio de insistentes rumores sobre una abrupta partida de Cavallo, el Mandatario argentino Fernando De la Rúa se reunirá este lunes en Brasilia con su par brasileño, Fernando Henrique Cardoso. Según trascendidos, ambos presidentes anunciarán que Argentina y Brasil encararán de manera conjunta una negociación financiera internacional ante el Tesoro de los Estados Unidos y organismos de crédito internacional.
Dicha modalidad incluiría un viaje de los dos presidentes a Washington.
El Gobierno brasileño ya está negociando una especie de blindaje para su economía, al mismo tiempo que el argentino discute un mecanismo de recompra de deuda. Además de esta innovación, Cardoso y De la Rúa darían un paso concreto en la política de coordinación macroeconómica en que están comprometidos los dos países desde 1999.
Hablarán de un "pequeño Maastricht" y no se descarta que hasta fijen algún objetivo concreto en materia de déficit fiscal para las dos economías.
