BEIJING.- China y sus 1.300 millones de habitantes se unieron el martes a la Organización Mundial del Comercio (OMC), poniendo fin a 15 años de espera y dando paso a una nueva era de reformas y grandes cambios en la nación de Gobierno comunista.
Pero el optimismo se vio opacado por la preocupación de socios comerciales que cuestionan la habilidad de China para cumplir las promesas que hizo a la OMC y el temor de funcionarios por el malestar social que podrían ocasionar las dolorosas reformas.
La población china recibió la noticia con sentimientos mixtos, por un lado preocupada de que la competencia extranjera pueda amenazar sus empleos y por el otro esperanzada en obtener ventajas comerciales.
Los inversionistas extranjeros están a la expectativa de la apertura del mayor mercado en potencia del mundo, mientras que China espera que su integración sirva para completar su transición a una economía de mercado.
El periódico del Partido Comunista, Diario del Pueblo, instó al Gobierno a cumplir las promesas que hizo a la OMC y a las empresas estatales a prepararse para enfrentar la competencia extranjera.
"Debería haber un cambio rápido en el estilo del Gobierno para manejar la economía, concentrado en la integración y políticas de transparencia, y en desarrollar la habilidad de negociar dentro de los lineamientos de las normas internacionales", dijo el diario en un artículo de primera página.
"Las empresas deberían reforzar su sentido de la urgencia y la conciencia de competencia", agregó.
Sin embargo, hubo poca algarabía. El Ministerio de Comercio planeaba una celebración informal y los mercados bursátiles reaccionaron muy poco a la noticia.
La entrada a la OMC significa una gran victoria para China, en un año coronado por el logro de Beijing para convertirse en el escenario de las Olimpíadas de 2008 y de Shangai en anfitriona de una exitosa cumbre de la Cooperación Económica Asia Pacífico.
China abrió su hermética economía al mundo en 1978 y ha liberado los asuntos económicos del dominio del Estado, convirtiéndose así en la séptima potencia económica.
Sin embargo, el mayor desafío de China será enorme al lidiar con el cambio. Beijing deberá convencer a las firmas protegidas por el Estado, a funcionarios conservadores y a los trabajadores que temen perder sus empleos, de que la entrada a la OMC traerá muchos beneficios.
