BUENOS AIRES.- Tras una década de cambio fijo, Argentina iniciará el camino de la devaluación en dos semanas con la puesta en circulación de una nueva moneda que flotará libremente y que el gobierno usará en principio para pagar parte de los salarios de los empleados públicos.
El nuevo billete verá la luz en medio de una fuerte puja dentro del gobernante peronismo, cuyas facciones ya comenzaron a pelearse por un lugar en las elecciones presidenciales de marzo, de las que surgirá el mandatario que complete hasta el 2003 la gestión que dejó trunca Fernando de la Rúa.
Mientras los dirigentes del partido que lleva sólo seis días en el poder se lanzaban dardos, en las calles de Buenos Aires los angustiados ahorristas le daban la espalda al feriado cambiario y buscaban protegerse de la devaluación que se aproxima comprando dólares en el mercado paralelo.
Incluso algunas casas de cambio abrieron ilegalmente sus puertas para atender la creciente demanda de dólares, los que se conseguían a 1,40 pesos por unidad, equivalente a una devaluación del 28,5 por ciento.
Asimismo, en el primer día de operaciones parciales tras un feriado bancario que comenzó el viernes, otros ahorristas hacían colas en las puertas de un puñado de entidades financieras.
En un gesto que se parece más a manotazos de ahogados, algunos pocos incluso trataban de aprovechar las operaciones autorizadas -sólo transferencias interbancarias, no retiros de efectivo- para tratar de salvar lo que ya parece difícil: los ahorros.
Aunque el Presidente interino, Adolfo Rodríguez Saá, prometió que no devaluará el peso, tema que causa horror en una Argentina con una larga historia de inflaciones, nadie parece creerle.
De hecho, el "argentino", la nueva moneda que cotizará libremente mientras el peso mantendrá su paridad con el dólar, sólo es una fórmula menos traumática de abandonar el régimen de cambio fijo a medida que se imponga como billete de uso cotidiano, según reconoció el propio gobierno.
Aunque un peso siga valiendo un dólar, los consumidores se deberán manejar mayormente con la nueva moneda, la cual se devaluará apenas toque la calle, según los analistas.
Una fuente de alto rango del gobierno admitió en condición de anonimato que la intención del gobierno es que "el argentino sea la primera moneda" en el país.
En tanto, el secretario Legal y Técnico de la Presidencia, Luis Luquiños, interrogado sobre cuándo entrará en circulación el argentino, dijo: "Estamos hablando de 15 días. Estamos hablando de mediados de enero".
El funcionario agregó que el proyecto de ley para crear el argentino será remitido al Congreso -controlado por el peronismo- a más tardar el viernes, con lo que podría ser debatido el lunes.
Dentro del peronismo hay consenso para aprobar la nueva moneda, a pesar de que las facciones en que se está dividiendo día a día agudizan sus disputas por el poder.
El plan de Rodríguez Saá, cuyo otra piedra angular es la suspensión de los pagos de la deuda externa para su renegociación, busca resucitar una economía estancada desde 1998, en la que el desempleo y la pobreza dispararon un estallido social que la semana pasada obligó a renunciar a De la Rúa.
El jueves, el Mandatario logró su primer reconocimiento en el mundo financiero internacional al recibir una carta del director gerente del Fondo Monetario Internacional, Horst Koehler, en que expresó que el organismo "permanece dispuesto a trabajar en conjunto" con el gobierno argentino.
El espaldarazo del FMI, que había roto en noviembre las relaciones con la administación de De la Rúa por el mal manejo fiscal, es fundamental para llevar adelante la reestructuración de la deuda externa.
Rodríguez Saá dijo el jueves por la noche en un programa de televisión que mantuvo una conversación telefónica con la vicedirectora gerente del FMI, Anne Krueger, a quien le pidió "comprensión" sobre la crisis argentina.
Además, el Presidente anunció que "en enero tendremos a una misión del FMI en la Argentina o la Argentina va a ir al FMI".
Por su parte, el canciller español, Josep Piqué, se reunió en Buenos Aires con Rodríguez Saá para expresarle que su país, el segundo inversor en Argentina, apoyará un acercamiento entre Argentina y el organismo.
La crisis generó a fines de noviembre una fuga de depósitos de los bancos, cuando los ahorristas salieron en manada a retirar sus fondos, atemorizados por una devaluación del peso.
La corrida obligó al gobierno de De la Rúa a restringir los retiros de efectivo a principio de este mes. El actual secretario de Hacienda, Rodolfo Frigeri, explicó el miércoles que podría flexibilizar las limitaciones, aunque los ahorristas deberían aceptar recibir argentinos en lugar de pesos o dólares.