BUENOS AIRES.- El peso argentino se desplomó el miércoles a su nivel más bajo desde que el Gobierno lo devaluó a principios de enero, justo cuando el Presidente Eduardo Duhalde viajaba a México para reunirse con organismos financieros e intentar acelerar una ayuda de emergencia.
La moneda argentina cerró con una caída de 3,15 por ciento, a 2,52/2,54 por dólar, tras haberse derrumbado en la sesión hasta 5,38 por ciento, a 2,60 por dólar, presionada por centenares de ahorristas que inundaron las casas de cambio en Buenos Aires para adquirir billetes verdes y resguardar así sus ahorros.
El derrumbe del peso alimenta los temores de un rebrote inflacionario que puede profundizar la crisis social en el país, donde casi la mitad de la población vive en la pobreza.
La moneda argentina ya se depreció más de un 60 por ciento desde que el Ministerio de Economía la devaluó a principios de enero, como parte de un intento por resucitar una economía estancada desde 1998.
"Parece que cambian las costumbres. La gente, en lugar de ir al supermercado, viene a la casa de cambio a comprar dólares", dijo a Reuters un operador de cambio.
Mientras el enjambre de ahorristas se agolpaba en el centro financiero de Buenos Aires, Duhalde volaba a la ciudad mexicana de Monterrey, donde aprovecharía la presencia de los jefes del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial en una cumbre mundial sobre desarrollo para pedirles que ayuden con fondos a Argentina.
Sin embargo, el Presidente argentino buscará la asistencia en un mal momento, después de las desalentadoras declaraciones del Presidente estadounidense, George W. Bush, y la primera subdirectora gerente del FMI, Anne Krueger.
"Obviamente no podemos conceder préstamos en una situación donde ellos (Argentina) continúan teniendo las mismas dificultades", dijo Krueger, la segunda al mando del FMI, el miércoles desde Moscú.
La funcionaria insistió en que Argentina debe cumplir con todas las demandas del FMI, que incluyen el descongelamiento de los depósitos en los bancos y evitar que las provincias del país impriman su propio dinero, algo que Duhalde ha dicho Argentina no puede hacer por el momento por temor a una mayor agitación social.
Según ella, prestarle dinero al país en las condiciones actuales "no tendría sentido para nadie".
Descenso en picada
Después de que el peso tocara los 2,60 por dólar, el Banco Central intervino con una venta de dólares a 2,40/2,50 pesos, con el fin de contrarrestar la tendencia. Según varios operadores, la entidad se deshizo al menos de 100 millones de dólares.
"Hay mucha gente, tengo más de media cuadra (de público) haciendo cola. Generalmente compran poco (dólares) pero cualquier casa (de cambio) chica termina vendiendo 500.000 a 600.000 dólares por día y eso suma para que siga subiendo (el dólar)", explicó un operador de cambios.
El gobierno tiene como una de sus prioridades que la caída del peso no se traspase a los precios minoristas, pero parece que le será difícil controlar ese aspecto de la devaluación.
Los precios al consumidor subieron 5,4 por ciento en enero y febrero, mientras que los bienes de la canasta familiar registraron alzas que superaron el 30 por ciento en algunos rubros.
Bush dice que Argentina debe escuchar al FMI
Antes de que Duhalde emprendiera su viaje a la cumbre en Monterrey, donde participarán más de 50 jefes de Estado y de Gobierno, Bush echó también un balde de agua fría sobre la posibilidad de una entrega rápida de ayuda a Argentina.
"Esperamos que Argentina haga las reformas necesarias, las drásticas decisiones necesarias para ganarse la confianza de algunas de esas instituciones financieras internacionales, pero en particular del FMI", dijo Bush el martes a varios periodistas latinoamericanos.
Argentina, cuya economía no crece desde 1999, espera que las negociaciones sobre un acuerdo con el FMI, que serán el detonante de los desembolsos de fondos, estén concluidas en abril.
Aunque no espera un gran paquete de ayuda, el Gobierno confía en que una mínima asistencia financiera del FMI le abra las puertas para obtener fondos de otras entidades, como el BM y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), dando una bocanada de oxígeno a un país sin crédito desde hace meses.
El FMI exige al Gobierno argentino varias medidas que garanticen una mayor austeridad fiscal y reglas de juego claras para los inversores antes de sentarse a negociar la ayuda financiera.
Argentina, que ha sido escenario de violentas protestas sociales en medio de una devaluación monetaria y el incumplimiento en el pago de su deuda, insiste en que para poder completar algunas de las reformas necesita antes los fondos.
Pese a las desalentadoras señales, Duhalde llegará a Monterrey para ver a los jefes de los organismos multilaterales tras reiterar una y otra vez durante la última semana que el gobierno necesita con urgencia asistencia financiera.
El viernes, Duhalde se encontrará con Koehler, el jefe del FMI, quien pese a lo dicho por su colaboradora el miércoles, ha insistido en que al interior del FMI existe voluntad de ayudar a Argentina.
Quien no escuchará al Mandatario argentino será el Presidente de Estados Unidos, el país que más contribuye a los fondos del FMI. La diplomacia argentina no pudo lograr que Bush abra un hueco en su nutrida agenda para recibir a Duhalde.