BUENOS AIRES.- El Banco Central argentino declaró un feriado bancario y cambiario desde el lunes por tiempo indefinido, para frenar una fuga de depósitos que puso al borde del colapso al sistema financiero y arrojó un paso más adentro del abismo a la devastada economía.
La medida busca proteger a los bancos, que desde hace días son testigos de cómo sus depositantes se abalanzan para retirar sus ahorros, pese a que una serie de restricciones establecidas en diciembre les permiten hacerlo a cuentagotas.
Según una fuente del Banco Central, el feriado regirá hasta que el Congreso apruebe un proyecto del Ministerio de Economía para canjear por bonos la mayoría de los depósitos bancarios y así frenar la fuga de fondos.
La fragilidad del sistema financiero argentino quedó al desnudo luego de que el Banco Central suspendiera por 30 días en la noche del jueves al Scotiabank Quilmes, filial del cuarto banco más grande de Canadá, por no contar con fondos para afrontar el retiro de depósitos.
Una fuente de un banco de primera línea dijo a Reuters que tan sólo este viernes salieron del sistema financiero unos 350 millones de dólares gracias a demandas judiciales que permiten a los ahorristas burlar las restricciones para retirar efectivo.
La mayor parte de esos fondos fueron destinados a comprar dólares, lo que derrumbó al peso 1,87 por ciento y pasó a alimentar el brote inflacionario que tras la devaluación del peso de enero comenzó a registrarse en los precios de la canasta familiar argentina.
En apenas dos días, la moneda local ya acumula una caída cercana al 12 por ciento y se sitúa en niveles de 3,21 por dólar en el mercado mayorista.
Según el Gobierno, agobiado por protestas sociales cada vez más violentas en las provincias, una quiebra generalizada en el sector financiero sepultaría por mucho tiempo las esperanzas de la economía argentina de volver a crecer tras casi cuatro años de estancamiento.
Alerta roja
Para los ahorristas, la decisión del Banco Central de suspender por falta de liquidez al Scotiabank Quilmes -filial del canadiense Scotiabank - es otra amargura que se suma al plan del Gobierno de incautar gran parte de sus depósitos para frenar una fuga de fondos.
Entre los analistas, la suspensión del Scotiabank encendió luces de alerta sobre una seguidilla de quiebras en el ya poco solvente sistema financiero argentino, con fuerte presencia de bancos españoles y que el año pasado perdió casi 25 por ciento de sus depósitos víctima de la crisis económica y social.
El recrudecimiento de la crisis bancaria se da mientras el ministro de Economía, Jorge Remes Lenicov, se encuentra en Washington para entrevistarse con la cúpula de organismos internacionales de crédito y sus pares de las principales potencias del mundo en su búsqueda de fondos para el Gobierno.
En el centro de la escena
Los bancos se convirtieron en uno de los principales protagonistas de la crisis argentina cuando, en diciembre, el entonces Presidente Fernando de la Rúa decidió frenar una corrida restringiendo los retiros de depósitos, lo que luego derivó en un liso y llano congelamiento de fondos.
Pero la desesperación de los argentinos, que 12 años atrás ya vieron como el ex Presidente Carlos Menem confiscó todos sus depósitos, los llevó a recurrir a la justicia para recuperar su dinero, y los jueces les dieron la razón dejando nuevamente expuestos a los bancos.
Durante el 2001, los bancos en Argentina perdieron 18.000 millones de dólares en efectivo en depósitos, lo que disparó las restricciones impuestas por de De la Rúa y que -junto con la pobreza y el desempleo- alimentaron la revuelta social que acabó con su Gobierno.
Y para empeorar las cosas, el peronista Eduardo Duhalde, el Mandatario actual, devaluó el peso y convirtió a moneda local los créditos en dólares otorgados por las entidades en relación un peso un dólar, dejándolas en una incómoda situación.
"Todos los bancos desde el punto de vista técnico están quebrados o casi quebrados por el hecho de la pesificación uno a uno de los créditos. Eso ya implica una pérdida significativa", dijo Gabriel Caracciolo, analista de la calificadora de riesgo Standard & Poor's.
Pese a la aplicación de las restricciones, popularmente llamadas "corralito", el Banco Central debió inyectar desde diciembre en el sistema financiero unos 5.000 millones de pesos (1.600 millones de dólares) para dotarlo de liquidez.
Ahora, la entidad rectora decidió restringir al mínimo la asistencia en un intento por lograr que las casas matrices capitalicen a sus filiales en el país, pero la estrategia no tuvo los resultados esperados, al menos con el Scotiabank.
"La decisión del Banco Central de suspender el Scotiabank Quilmes puede ser una señal de que el Gobierno está poniéndose más duro con los bancos extranjeros", dijo en un informe Walter Molano, analista del BCP Securities.
"Mientras se sospechaba del destino del Scotiabank Quilmes, la suspensión de las operaciones puede ser una forma sutil de impulsar a otros bancos a capitalizar sus filiales o de devolver las llaves", añadió.