GINEBRA.- Un panel de expertos de la Organización Mundial del Comercio (OMC) considera que las medidas de salvaguardia aplicadas por Chile al trigo, harina de trigo y aceites vegetales comestibles importados de Argentina, carecen de justificación.
En un informe divulgado hoy, sábado, el panel de la OMC subraya que el aumento de los aranceles para esos productos "no son consistentes" con el marco de normas vigentes del comercio internacional.
Por ello, los integrantes del panel recomiendan al Organo de Solución de Diferencias de la OMC que "reclame a Chile que ponga su sistema de banda de precios en conformidad con sus obligaciones".
El citado Organo dispone ahora de un plazo de sesenta días para pronunciarse, aunque las partes tienen la posibilidad de presentar un recurso si no están de acuerdo.
El documento, de cerca de doscientas páginas, pone de relieve las repercusiones para Argentina que han tenido las medidas aplicadas por Chile en 1999 de manera temporal y que en enero de 2000 adquirieron carácter definitivo.
El mecanismo de salvaguardia utilizado por Chile consistió en un sistema de banda de precios que impone un arancel mayor a la importación cuando los precios internacionales de los productos disminuyen, para así evitar que los precios en el mercado interno fluctúen bruscamente.
Chile justificó ante la OMC la aplicación de la salvaguardia permanente al trigo, la harina de trigo y los aceites vegetales basándose en el sistema en que las importaciones de esos productos dañan la producción y la industria nacionales en momentos en que los precios en los mercados internacionales están en baja.
Los productores argentinos de aceite criticaron hace un año que los aranceles de ingreso impuestos por Chile alcanzaban en algunos casos el 40 por ciento, aunque las autoridades chilenas aseguraron ante la OMC que los gravámenes nunca superan el 31,5 por ciento, porcentaje que coincide con el arancel consolidado de la OMC.
La salvaguardia adoptada por Chile contra ciertos productos de Argentina, considerada ahora como proteccionistas, desataron una guerra comercial entre ambos países.
Así, después de que las autoridades de Santiago cerraran el mercado a las carnes argentinas en marzo de 2000 a causa de la fiebre aftosa, Buenos Aires prohibió el ingreso las importaciones de carnes chilenas de pollo, pavo y cerdo, tras inspeccionar algunas plantas procesadoras, e impuso salvaguardias permanentes a los duraznos en conserva.
En ese sentido, las autoridades chilenas calcularon que esas medidas argentinas tendrían una repercusión valorada en unos 212 millones de dólares de pérdidas.