SINGAPUR.- Los precios del crudo avanzaron el jueves a máximos de 12 años en medio de una intensa ola de frío en Estados Unidos que ha reducido las reservas de combustible y dejado a los consumidores de energía peligrosamente expuestos antes de una posible guerra en Irak.
El crudo ligero estadounidense avanzó en las operaciones electrónicas a 38,66 dólares por barril, su precio más alto desde la crisis del Golfo Pérsico de 1990-1991, cuando el crudo superó los 41 dólares poco después de la invasión de Irak a Kuwait.
La variedad Brent de Londres abrió con un alza de 63 centavos a 33,70 dólares por barril, un máximo de dos años, y los futuros de aceite de calefacción alcanzaron 1,18 dólares por galón, igualando máximos de todos los tiempos de esta semana.
"Sigue habiendo diariamente una prima de guerra de 2 a 6 dólares, pero existe una escasez en la base en este momento y los precios estarían más altos de lo normal sin el panorama de Irak", dijo Paul Ashby, un analista de ABN Amro en Sydney.
La Administración de Información de Energía de Estados Unidos dijo el miércoles que los inventarios de destilados en el país, incluyendo el combustible de calefacción, disminuyeron en 4,5 millones de barriles en la semana que terminó el 21 de febrero.
La demanda invernal de destilados en Estados Unidos en las últimas cuatro semanas ha sido de más de 20 por ciento sobre el año pasado y el nivel de los almacenes está 33 por ciento más que hace un año, dijo la entidad.
La disminución de los inventarios ha sido provocada por una ola de frío poco común en el nordeste de Estados Unidos, el mayor consumidor de combustible de calefacción del mundo, y también por menos importaciones de Venezuela, donde una huelga mantiene afectado el suministro de petróleo.
Los meteorólogos han pronosticado que las temperaturas se mantendrán más frías de lo normal en el nordeste hasta la próxima semana.
La agencia estadounidense reportó además una disminución de un millón de barriles en los inventarios de crudo a 272 millones de barriles, lo que ha dejado a los almacenes apenas sobre la marca de 270 millones de barriles, considerada el punto mínimo para mantener operando a las refinerías estadounidenses.