TOKIO.- La bolsa de Tokio cayó por debajo de los 8.000 puntos, su peor nivel en 20 años, en un continuo desplome que se agrava a medida que crecen los temores a una guerra en Irak, que agudizaría aún más la actual crisis económica japonesa.
En su sexta sesión consecutiva de pérdidas, el índice Nikkei de la bolsa de Tokio se hundió hasta niveles que no registraba desde enero de 1983, cuando apenas comenzaba la llamada "burbuja" especulativa que llevó a Japón a equipararse con EEUU como primera potencia económica del mundo.
Al final de esa época de prosperidad y crecimiento vertiginoso que se prolongó hasta finales de la década "prodigiosa" de los ochenta, el indicador bursátil japonés anduvo muy cerca de los 40.000 puntos, cinco veces más que su precio de hoy.
Después de alcanzar esa cumbre, la bolsa comenzó su largo e irreversible retroceso arrastrada por el deterioro, cada vez más notorio, de la economía japonesa, que ahora carga además con los perjuicios de la situación internacional.
Pasados, pues, los tiempos de gloria, los pilares fundamentales de la economía del país, que el Gobierno insiste en que se mantienen "saludables", se han ido tambaleando, lo que se refleja en la caída progresiva de los principales macroindicadores del país.
El consumo, que aporta nada menos que un 60 por ciento al Producto Interior Bruto (PIB), baja ante la reducción de los salarios, las reestructuraciones corporativas y un mayor espíritu de ahorro, mientras la tasa de desempleo se eleva al récord del 5,5 por ciento y se disparan los casos de suicidios y de personas "sin techo".
La producción industrial, si bien se mantiene en terreno positivo, presenta claros síntomas de estancamiento al no superar el 2 por ciento; un reflejo más de la agonía de un país que llegó a crecer al ritmo del 8 ó 9 por ciento durante la "burbuja", cuando se decía que Japón terminaría "colonizando" EEUU.
Pero otro mal específico vino a sumarse al desalentador panorama económico: la deflación.
La continua bajada de precios, debida, entre otros factores, al exceso de oferta en el mercado, lejos de fomentar el consumo ahoga a las empresas, que arrastran a su vez en un círculo vicioso a los principales actores del ciclo económico.
Sólo en febrero, el Índice de Precios al Consumo (IPC) se contrajo un 0,4 por ciento.
La política antideflacionista, sin embargo, también se topa con el inconveniente añadido de la crisis bancaria, por lo que resulta difícil frenar este fenómeno, considerado como uno de los obstáculos a la recuperación económica.
La banca japonesa, pletórica durante la "burbuja", paga hoy las consecuencias del exceso de especulación de aquella época y padece el efecto "bumerán" de los créditos que concedió, ahora declarados como irrecuperables.
Ante el problema de los impagados crediticios, plaga que se ha extendido entre los principales bancos del país, el Gobierno ha forzado a las entidades a acelerar su liquidación, y esto, según los expertos, continuará alimentando la deflación.
En medio de esta crisis, la bolsa de Tokio, además de recibir el impacto negativo de la situación interna, se ve sacudida por el debilitamiento del dólar ante la inminencia de una guerra en Irak, lo que perjudica a las exportaciones, de las que en estos momentos depende, según el gobierno, la recuperación del país.
De acuerdo a una encuesta realizada ayer por la agencia de noticias Kyodo y el portal de Internet Yahoo! Japan, un 64 por ciento culpó al Gobierno de Junichiro Koizumi de los desplomes bursátiles.
De las 3.693 personas que respondieron a la encuesta, más de la mitad mencionó, como principal causa a la constante caída de la bolsa, "un fallo en las políticas económicas del Gobierno", por encima de las tensiones en torno a Irak y Corea del Norte.