MILÁN.- La asamblea anual de gobernadores del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que se inaugura este lunes en Milán, discutirá formas de aumentar los préstamos a Latinoamérica, que cayeron en 2002 a su nivel más bajo en doce años cuando la región se esfuerza por salir de una de las crisis más graves de su historia.
Según el informe anual del banco los préstamos autorizados en 2002 sumaron 4.549 millones de dólares, 43% menos que los 7.854 millones aprobados en el 2001, y menos de la mitad que el monto récord de 10.063 millones de dólares aprobados en 1998.
Esta fue la tercera vez en los últimos cuatro años que los préstamos del BID disminuyen en relación con el año anterior.
El presidente del banco, Enrique Iglesias, dijo confiar en que el nivel de actividad aumentará sustancialmente y pasará de los 9.000 millones de dólares en 2003, gracias a préstamos de emergencia, de rápido desembolso y de inversión.
Reconoció, sin embargo, que es necesario buscar formas de canalizar más recursos a los países miembros en épocas de crisis, que es cuando más los necesitan.
Pero cuando la capacidad fiscal es constreñida por las crisis y medidas de ajuste necesarias para defender la estabilidad macroeconómica, los gobiernos tienen dificultades para aportar los fondos de contrapartida requeridos por el BID, indicó Iglesias.
Ante esa realidad el banco está explorando nuevos instrumentos financieros y formas de dinamizar al sector privado y alentar las inversiones, explicó.
Entre las posibilidades figura un mecanismo de garantías que puede ejercer un efecto multiplicador sobre la entrada de capitales privados.
También se creó una línea de 1.000 millones de dólares para financiamiento de exportaciones e importaciones, subsanando en parte el vacío dejado por la banca comercial que redujo sus financiamientos el año pasado.
El BID está dedicando actualmente 10% de su cartera a préstamos directos al sector privado sin garantías gubernamentales, pero tras la recesión de 2001 y marasmo de 2002 algunos de esos préstamos fueron declarados no redituables, según el informe.
Los desembolsos de 2002 sumaron 5.837 millones de dólares, 10% menos que en 2001.
América Latina tuvo un mal año en 2002, con una caída de 0,5% del producto interno bruto (PIB) promedio, recalcó el informe del BID.
Ese resultado fue influido por 5 países que sufrieron contracciones de entre 8 y 12%: Argentina, Uruguay, Venezuela, Paraguay y Haití, mientras Perú creció 5,0%, los países del Caribe 3,6% y Centroamérica y Chile 2,0%.
El contexto internacional para 2003 sigue siendo poco alentador, y en el supuesto de una guerra corta en Irak el BID proyecta para este año una recuperación moderada que cobraría impulso en el segundo semestre.
"Esperamos un crecimiento de entre 1,5% este año y 4% en el 2004, siempre y cuando el conflicto de Irak no se prolongue", dijo Iglesias.
El BID basa también sus proyecciones en que los precios del petróleo bajen de su nivel actual de 30 dólares a un promedio de 24 dólares por barril, condición que podría ser afectada por la guerra en el Medio Oriente.
Iglesias apuntó que la región fue golpeada por la disminución drástica de las inversiones y flujos de capitales, que fueron el gran motor del crecimiento en los años noventa pero en 2002 cayeron a una tercera parte de lo que fueron hace cuatro años.
Según el Instituto de Finanzas Internacionales (IFI), los flujos privados netos a Latinoamérica cayeron en 2002 a menos de 28.000 millones de dólares, una baja de 50.000 millones en comparación con 1996/98.
El desempleo subió en algunos países a más de 15% y el promedio regional subió a 9,1%, un punto más que en 2001, indicó el BID.
Iglesias señaló que todo el panorama social es preocupante, pues la pobreza está aumentando, el ingreso per cápita de los latinoamericanos es hoy menor que hace cinco años, el consumo está estancado y la inversión ha caído a su punto más bajo de los últimos diez años.
"Estamos retrocediendo", lamentó el presidente del BID.
Buscando aspectos positivos mencionó "el encaminamiento" de la situación argentina, y el hecho de que el nuevo gobierno brasileño "está siguiendo una política muy sabia, de mantener los balances macroeconómicos como base para impulsar el crecimiento y trabajar hacia el logro de los grandes objetivos sociales" anunciados por el presidente Luiz Inacio Lula da Silva.