Imponente escenario para firma de acuerdo bilateral.
MIAMI.- Los majestuosos jardines del Palacio Vizcaya, una villa de estilo renacentista italiano, serán testigos de la histórica firma del Tratado de Libre Comercio entre EE.UU. y Chile.
El palacio, una de las principales atracciones turísticas de Miami, fue sede de la I Cumbre de las Américas, en 1994, donde los mandatarios de 34 países del continente, menos Cuba, emprendieron el camino hacia el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
El convenio, el primero de un país sudamericano con Washington, se suscribirá el viernes por la canciller chilena, Soledad Alvear; y el representante de Comercio Exterior de EE.UU., Robert Zoellick, en una ceremonia a la que asistirán 150 personas, entre políticos y empresarios de ambas naciones.
Construido en 1916 como residencia del industrial estadounidense James Deering, el Palacio Vizcaya se encuentra en la pequeña bahía de entrada a Miami justo al lado del Cayo Vizcaíno, una de las zonas residenciales más hermosas de la ciudad.
En 1513, Juan Ponce de León descubrió la isla y la nombró Santa Marta, pero se mantuvo el nombre original de los indios que habitaban la zona: Bischiyano, que significa "tierra bendecida por el Sol, la Luna y sus hijos, las estrellas".
El nombre de Bischiyano derivó a Vizcaíno a principios del siglo XIX, con el que también se bautizó la bahía.
Deering adquirió la villa para utilizarla como su residencia de invierno, pero vivió muy poco tiempo en ella, ya que murió en 1925 y ahora su propietario es el condado de Miami-Dade.
Villa de estilo renacentista italiano.
El nombre del palacio, que se convirtió en un museo hace cincuenta años, se lo puso Deering como homenaje al cayo de arenales convertido hoy en una zona lujosa, en la que el que fuera presiente de EE.UU. Richard Nixon tuvo una mansión.
Es conocido como el museo-palacio Vizcaya y anualmente recibe más de 200.000 turistas, entre ellos los más destacados han sido el Papa Juan Pablo II, la Reina Isabel II de Inglaterra y los Reyes de España, Juan Carlos I y Sofía.
El industrial, con la asistencia del pintor estadounidense Paul Chalfin, viajó a Europa para seleccionar y comprar los elementos arquitectónicos, las obras de arte, que incluyen esculturas y cuadros, así como objetos decorativos, tapicería, mantelería y muebles.
Deering reconstruyó la edificación pieza por pieza, reproduciendo el estilo de las villas renacentistas italianas, y en sus dos plantas con 34 habitaciones convergen elementos del barroco, rococó, renacimiento y neoclásico.
Esa combinación de estilos se puede observar en el salón de recepción: las molduras de yeso del techo, que datan del siglo XVIII, se trajeron del Palacio Rossi de Venecia (Italia).
La seda de las paredes, diseñadas por la firma Scalamandré, son réplicas exactas de las originales que adornaban inicialmente la casa y que fueron importadas de Francia.
Una lámpara de araña, también del siglo XVIII, ilumina el salón amueblado con piezas francesas del periodo Luis XV y cuya decoración la complementa una alfombra portuguesa.
Los jardines de Vizcaya, unas cinco hectáreas, representan uno de los centros de mayor impacto visual de la villa y fueron concebidos por el arquitecto y paisajista colombiano Diego Suárez como una extensión de la casa principal.
Suárez, quien se educó en Florencia, Italia, combinó elementos de los jardines italianos y franceses de los siglos XVI y XVII, como fuentes, paredes y parterres ornamentales de delicados patrones florales.
El jardín principal tiene un parterre, fuentes rodeadas por jazmines, robles de Virginia, arbustos y otras plantas, y allí se han organizados elegantes citas sociales del sur de Florida.