Los efectos económicos no se han hecho esperar y han traído consecuencias negativos a todos los vecinos en Asia tras el terremoto y el tsunami en Japón.
Un ejemplo, los fabricantes de automóviles en Tailandia han presentado un lento avance en su producción.
"Es imposible en la mayoría de los casos cambiar de fuentes. Para cuando uno consigue cambiar, la crisis pudiera haberse acabado", indicó.
Mientras que los productores electrónicos sudcoreanos enfrentan escasez de piezas clave. Miles de japoneses han cancelado viajes a Taiwán.
Las compras por pánico han elevado los precios de las cámaras en China, al tiempo que los diseñadores de políticas en India se preparan para un alza en los precios del petróleo.
La tragedia nipona destruyo parte del las áreas industriales en el norte el 11 de marzo, debilitando a Japón y China como bastiones manufactureros, pues la catástrofe ha dado a las compañías globales más razones para extender a más países sus abastecedores de piezas con el objetivo de evitar dependencia respecto de un puñado de productores.
“Incluso antes del desastre en Japón, existía la sensación de que muchas multinacionales se habían vuelto demasiado dependientes de una sola fuente de producción”, dijo Frederic Neumann, jefe de investigaciones asiáticas para el banco HBSC.
"La tendencia a diversificar la producción no solamente afectará a Japón, sino también a China. La producción de China se ha vuelto muy concentrada", sostuvo.