El robo de cables, equipos y hasta tuberías de cobre se ha vuelto altamente rentable en todo el mundo dados los altos precios del metal rojo.
PARIS/MILAN.- Ladrones atraídos por los siderales precios del cobre están creando una pesadilla para los ferrocarriles europeos y provocan trastornos a gran escala, erosionando las ganancias y perjudicando sus reputaciones.
Los operadores están invirtiendo en medidas de seguridad de alta tecnología para impedir los robos del metal, después de que su precio aumentara a más del triple desde principios del 2008, alcanzando más de US$9.000 dólares la tonelada.
En Chile, el alza del metal rojo también ha tenido un incremento importante en la industria ilícita ligada a la chatarra de cobre y un patético resultado de las mafias que operan en el rubro se vivió cuando un operador de ese mercado, Ítalo Nolli, matara a dos policías de la PDI recientemente.
"Los ferrocarriles en Europa se convierten en cajeros automáticos de cobre cada vez que los precios suben", dijo Franco Fiumara, director de protección corporativa de Ferrovie dello Stato, el operador ferroviario nacional de Italia.
"El número de robos tiene correlación directa. Afecta mucho la infraestructura ferroviaria y últimamente han empeorado mucho", sostuvo Fiumara.
Los ladrones de cobre usualmente operan por las noches, llevándose cables, cajas de señalización y dínamos del corazón del sistema de comunicaciones ferroviarias. La mayor parte del equipamiento de señalización está expuesto y los cables se extienden por cientos de kilómetros, fácilmente accesibles para ladrones que cargan herramientas.
El año pasado, el robo de cables de cobre por todo Europa causó más de 10.000 horas de retrasos y decenas de millones de euros en daños, según dijeron a Reuters cinco operadores ferroviarios. Este año, a pesar del aumento en la seguridad, esperan más de lo mismo.
Entre las nuevas medidas de seguridad se incluyen sobrevuelos en helicópteros de miles de kilómetros de redes ferroviarias, una mayor seguridad a bordo de los trenes, medidas legales contra revendedores de chatarra e investigaciones sobre sustitutos del cobre.
Pero a menos que los operadores se topen con una alternativa viable al cobre, o que el metal pierda suficiente valor como para que deje de ser atractivo para los ladrones, es probable que la guerra se prolongue, y con ella los agotadores retrasos para los usuarios europeos.
Una portavoz del operador ferroviario estatal de Francia, SNCF, dijo que la mayor parte de los 30.000 kilómetros de cables de cobre se encuentra a lo largo de las vías férreas, cubierta por una delgada capa de cemento.
Los ladrones quiebran el revestimiento, cortan el cable y enrollan lo que pueden. A menudo roban de una sola vez cientos de metros de cable, que tiene varios centímetros de espesor.
El año pasado en Francia, donde unas 132 millones de personas usaron trenes de alta velocidad, el robo de cobre causó 5.800 horas de retrasos, tres veces la cantidad de 2009. El costo de los daños ascendió a 30 millones de euros, de los 20 millones en 2009.
"Los retrasos se están acumulando y las consecuencias para los pasajeros son muy, muy serias", dijo en una reunión informativa en marzo Natalie Kosciusko-Moriset, ministra de Transporte y Ecología.
Directivos de SNCF se negaron a divulgar un pronóstico de retrasos para el 2011, pero dijeron que la policía había registrado unos 50 hechos de robo de cobre por semana desde principios de año, el triple del índice de 2009.
El panorama no es más alentador en Gran Bretaña, donde National Rail predice que el robo de cobre causará retrasos por unos 500.000 minutos este año, además de los millones de libras esterlinas en daños.
"Es un gran, gran problema para nosotros. Esos retrasos hacen que la gente no llegue a reuniones de negocios, que los comercios pierdan clientes, trastornos para un servicio fundamental del que depende el país", dijo una portavoz.
En Italia, ladrones de cobre robaron una concurrida estación del centro de Roma en enero en un típico incidente, paralizando el tráfico por seis horas en las primeras horas de la mañana. El servicio a Fuimicino, el aeropuerto internacional de Roma, se retrasó una hora.
Bélgica fue fuertemente golpeada con 48.000 minutos de retraso, a la vez que el portavoz de la firma ferroviaria estatal de España, Adif, admitió que el robo era un verdadero problema, pero no suministró información alguna.
Decididos a mejorar sus posibilidades, los ferrocarriles de Italia han unido fuerzas con las empresas de servicios Enel y Telecom Italia para montar un frente común contra los ladrones, reforzando la seguridad por un costo de unos 10 millones de euros al año.
Francia presentó su propio plan de lucha en marzo, prometiendo gastar 40 millones de euros en los próximos 18 meses para combatir el robo en varios frentes, desde vigilancia y prevención hasta financiación de estudios en tecnología antirrobo.