SANTIAGO.- La adolescencia y juventud de los hijos puede ser un período complicado para los padres. Sobre to do si se considera que cuando los niños crecen puede que dar órdenes ya no baste y haya que entrar a conversar o a negociar.
En esta etapa -dicen los psicólogos-, es extremadamente necesario que las bases de las negociaciones sean claras y estén establecidas con algo de rigidez. "Siempre con límites", dice Paula Salamanca, psicóloga infanto-juvenil de la Clínica Santa María.
Una de tantas negociaciones tiene que ver con el dinero que reciben como "mesada" de parte de sus padres. Un estudio realizado por McCann Erickson y el Consejo Nacional de Televisión, que evaluó a jóvenes chilenos de entre 13 y 17 años, muestra que en los segmentos medios y altos de la población, cerca de un 90% de los encuestados recibe plata de sus progenitores. Dinero que en gran medida es gastado en "cosas para comer", seguido de la compra de discos de música o juegos para el computador y, en tercer lugar, se destina a la adquisición de vestuario, accesorios o maquillaje.
Hasta ahí, todo en orden. Pero ¿cómo saber cuánto y cómo dar la mesada?
Hace algunas generaciones, el "ganarse la mesada" no era un concepto que estuviera muy presente. Hoy, en cambio, los psicólogos son enfáticos en que esta suma no debería ser un regalo. Es un dinero que, lo ideal es que se gane de alguna manera. "Desde chicos hay que enseñarles que tienen que hacer algún tipo de trabajo por esa plata. Cuando son más pequeños, se les puede pedir que ordenen su mochila, lustren sus zapatos, etc. Cuando son más grandes, tienen que poner la mesa o lavar el auto el fin de semana. Siempre hay que asociar el dinero a un trabajo", dice Paula Salamanca.
Para un joven de 20 años que tiene hermanos chicos, una opción sería pedirles que vayan a dejar y a buscar a los hermanos a las casas de los amigos.
Algo parecido es lo que hace la economista Claudia Sanhueza, que pese a que no les da mesada a sus hijos, ya que les da dinero en la medida que lo necesiten, dice estar de acuerdo con entregarlo a cambio de algo. "Me gusta la idea de premiarlos por ayudar en la casa. En ese caso se les puede dar una recompensa en dinero", señala.
¿Cuánto le damos?
Respecto de la cifra, lo primero, dice Paula Salamanca, es conocer y conversar con los padres de los amigos del hijo, para fijar una suma acorde a lo que reciben sus pares. Junto con ello, conviene hacer un presupuesto en conjunto con el hijo y llegar a un acuerdo.
La experta en psicología económica Marianela Denegri agrega que padres e hijos deben discutir la cantidad, teniendo siempre en cuenta el presupuesto familiar.
¿Debe financiarle el "carrete"?
Hay dos posturas al respecto: Una dice que la mesada debe ser para los gastos personales del hijo, no para los gastos que les corresponden a los padres, como colaciones o transporte. Otros opinan que lo ideal es que la mesada involucre mucho más, desde las fotocopias de la universidad hasta el "carrete".
Donde sí hay coincidencias es que los padres deben acordar con los hijos quién paga qué. Por ejemplo, los progenitores pueden pagar el seguro del auto del hijo y el vestuario, pero si él o ella ya están pololeando, tendrán que utilizar el dinero de la mesada.
Los hijos pueden administrar su dinero como ellos estimen, pero los padres deben orientar e incentivar el ahorro. Por ejemplo, dice Marianela Denegri, si el joven quiere comprar unos jeans que son más caros de lo que la familia está dispuesta a gastar en vestuario, él puede pagar la diferencia usando su mesada. Ello también lo obligaría a ahorrar para esos fines.
Controlar es la clave
Aunque ya no son niños, los expertos destacan que tener cierto control sobre los gastos de los hijos es imprescindible.
Los padres deben preguntarles en qué gastan su mesada, especialmente si se la gastan muy rápido.
"Sobre todo en los adolescentes, hay que tener cierto control, porque uno no sabe si están gastando la plata en droga o en alcohol. Es bueno preguntarles cuánta plata les queda y en qué la están gastando", opina Paula Salamanca.
No premie por las notas y maneje con inteligencia los aumentos de dinero
Es normal que a medida que avanzan los años, los hijos vayan pidiendo reajustes de su mesada.
En estos casos, Marianela Denegri sostiene que si las peticiones de aumento se vuelven muy frecuentes, lo indicado no es pelear, sino analizar con calma la situación.
"Hay que sentarse a conversar con el hijo, ver qué pasa, por qué no le alcanza, qué otros gastos han aparecido y llegar a acuerdos", explica.
Respecto de premiar o castigar a través de la mesada, los expertos llaman a tener cuidado con esa situación.
Premiar al hijo con un dinero extra es una alternativa viable, pero debe ser excepcional. Pero premiar por las notas nunca es recomendable. "En estudios que realizamos con Fondecyt nos encontramos con que más de un 30% de los padres de clase media pagaba por la notas. Y la investigación muestra que eso no es efectivo", dice Denegri. Si lo que se busca es sancionar, retirar la mesada a modo de castigo puede no ser lo más aconsejable. Ésta puede suspenderse sólo si el hijo no respeta el "contrato" inicial, esto es, si no cumple las obligaciones básicas.
Más ingresos
Incentivar a los hijos a realizar un trabajo extra es bueno, pero no debe ser una imposición.
Esta alternativa, sin embargo, no es muy popular. En efecto, en el estudio de McCann Erickson y el CNTV, sólo un 39% de los encuestados dijo tener un trabajo ocasional o permanente.
También es posible suplementar la mesada con trabajos que el hijo puede hacer en la misma casa y que no están incluidos dentro de sus responsabilidades. Por ejemplo, si la familia pensaba pagar por cortar el pasto, perfectamente puede ser el hijo quien lo haga y sea recompensado.