GINEBRA.- La ONU criticó hoy las exigencias de los organismos financieros internacionales a los países afectados por la crisis económica que requieren de su ayuda, así como la escasa atención que prestan a "las consecuencias sociales" de las políticas que promueven.
"Las medidas de austeridad adoptadas por países como Grecia y España frente al excesivo endeudamiento público no sólo amenazan el empleo en el sector público y los gastos sociales, sino hacen que la recuperación sea más incierta y frágil", concluye un informe presentado hoy por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales (DESA) de Naciones Unidas.
En ese sentido, DESA lamenta que la creciente presión para la consolidación presupuestaria y en relación con el endeudamiento público "han limitado de manera importante el margen de maniobra" en los países desarrollados, cuyas posibilidades de acción son cada vez menores conforme la crisis persiste.
"Los gobiernos deben reaccionar con prudencia a las presiones en favor de la consolidación presupuestaria y de medidas de austeridad si no quieren arriesgarse a interrumpir su recuperación económica", sugieren los autores del informe.
En una rueda de prensa en Ginebra, el secretario general adjunto de DESA, Jomo Kwame Sundaram, explicó que cuando se observó la magnitud de la crisis financiera internacional "el énfasis fue puesto en el rescate del sistema financiero, lo que era necesario", pero debieron seguir otras medidas que no llegaron.
Comentó que se observa "un marcado distanciamiento" con respecto a las respuestas iniciales a las crisis, caracterizadas por la voluntad de estimular la economía, para insistir en medidas de austeridad fiscal.
Kwame Sundaram consideró que "sin acciones colectivas y nacionales podemos ver una regresión", pues aunque las perspectivas económicas hayan mejorado ligeramente, los puntos vulnerables "se han incrementado significativamente".
Comentó que los países en desarrollo, particularmente las economías emergentes, realizaron importantes esfuerzos para lograr una rápida recuperación, pero recalcó que éstos no podrán sostener la recuperación mundial.
El informe recomienda a los países aplicar políticas anticíclicas que permitan estimular la actividad económica en situaciones de recesión o pre-recesión.
Asimismo, sostiene que los programas que favorecen la creación de empleo deberían ser un componente permanente de la acción de los gobiernos "en lugar de ser simplemente un elemento temporal ante la crisis".
El pronóstico general del organismo de la ONU es más bien pesimista al vaticinar que las consecuencias de la crisis mundial en términos de pobreza, hambre y desempleo persistirán por varios años, tanto en países ricos como pobres.
En términos de empleo, los expertos toman el ejemplo de la crisis financiera asiática de 1997 a 1998, y recuerdan que hicieron falta al menos tres años para que el mercado del trabajo experimentara una recuperación real.
El informe también aborda las "patologías sociales" que se desarrollan en tiempo de crisis, que no se observan inmediatamente, pero se van gestando en el seno de las sociedades.
Tomando como referencia estudios realizados tras otros periodos de graves crisis económicas, apunta la subida de la tasa de suicidios y de la mortalidad por enfermedades cardiovasculares, así como el aumento del consumo de alcohol y de casos con síntomas de depresión.
"Los efectos negativos sobre la salud recaen esencialmente a las clases socio-económicas inferiores, que no tienen ninguna seguridad económica, lo que frecuentemente origina estrés", sostiene.