Evelyn Cortés, dueña de la Chocolatería Solar ''Agustina''.
Chocolatería Solar ''Agustina''SANTIAGO.- Evelyn Cortés es oriunda de la ciudad de Combarbalá, ubicada en el Valle de Cogotí, en la IV Region. Su hobby por el chocolate partió hace más dieciséis años cuando comenzó a hacer alfajores que vendía en su trabajo, a personas conocidas.
Con el paso de los años pensó en la gran ventaja que la energía solar le entregaba a su ciudad y consideró que sería una buena alternativa sacarle partido, por lo que creó la Chocolatería Solar "Agustina".
Su negocio consiste en un taller artesanal en donde elabora chocolates gourmet a los que ha dado su toque personal, diferenciándolos al utilizar la energía del sol.
El proceso lo logra fundiendo el chocolate en una cocina solar artesanal, la cual fue aportada por la Unión Europea y su Programa Naciones Unidas por el Desarrollo en apoyo a un emprendimiento que cuida el medioambiente.
Según Evelyn, la comuna de Combarbalá "se caracteriza por tener los cielos más limpios de la región de Coquimbo y ésa es una ventaja que he rescatado para mi negocio". Así, junto a los frutos secos de la zona y de la Combarbalita -piedra nacional desde 1992 que se encuentra solamente en ese sector- sus productos han buscado un sello propio, que le ha permitido innovar en la materia.
"Mezclo, por ejemplo, cajas de finos bombones belgas con collares de piedra Combarbalita hasta chocolates gourmet rellenos con almendras orgánicas, merkén, aceites de oliva, oréganos, etc., que son cultivados en esta comuna", cuenta Evelyn.
Al comienzo esta emprendedora realizó una inversión de $2 millones y confiesa que el camino no ha sido fácil. "Me ha costado, no es fácil emprender ya que tuve que introducir el producto a pequeña escala dentro de hostales y negocios de la región. Pero para mi sorpresa, tuve mucha aceptación", asegura la chocolatera.
Actualmente, sus principales compradores son los turistas que llegan a conocer el Observatorio Cruz del Sur, uno de los más importantes de Sudamérica por ser astro-turístico. Con esta aceptación y demanda, se atrevió a legalizar su negocio, lo que implicó acondicionar su taller bajo las medidas de salud ambiental para tener la resolución que se le exigía.
El proceso de fundido de la materia prima, al ser de tipo artesanal, suele hacerse a "baño maría" y en una cocina a gas normal. Evelyn cuenta que se ahorra este último. "Acá no interviene otra energía, sólo la del sol. Y si calculo cuánto ahorro, es aproximadamente entre $30 mil a $ 40 mil mensuales, lo que equivale a 2 ó 3 balones de gas", comenta.
"Esto es bajo, por la cantidad de productos que comercializo de momento porque si hablara de proyecciones, desde hace harto ya que deseo poner mis productos dentro y fuera de Chile", explica Evelyn, quien asegura que "turistas alemanes ya se han llevado mis productos hasta allá", por lo que la opción de salir del mercado nacional, no es tan lejana.
En cuanto a la calidad, "el producto final queda muy bien", asegura. Cuenta que el chocolate no sufre alteraciones porque se trabaja con temperaturas iguales a las del proceso normal.
Evelyn considera que "es una diferenciación lo que hago con el uso de la energía solar aprovechando todas sus ventajas. Creo que lo que realizo es un aporte al cuidado del medio ambiente del tamaño de un grano de arena, pero si le puedo dar nombre o apodar a mi chocolatería solar, le llamaría 'chocolates ecológicos o chocolates verdes'".