LISBOA.- La economía de Portugal cayó en recesión en 2011 y cerró el ejercicio con un retroceso del 1,5%, una décima mejor que las últimas previsiones del Gobierno y el Banco Central luso.
Así lo apuntan los datos divulgados hoy por el Instituto Nacional de Estadística (INE) portugués, que reflejan cómo el Producto Interior Bruto (PIB) del país bajó con fuerza en el tercer y cuarto trimestre del año.
Estas cifras -correspondientes a una “estimativa rápida” de las Cuentas Nacionales Trimestrales- contrastan con el positivo desempeño de la economía lusa un año antes, en 2010, cuando pese a la crisis que afectaba a Europa logró crecer un 1,4%.
Aunque mejora las más recientes previsiones del Ejecutivo y el Banco de Portugal, que situaban la caída del PIB en 2011 en el 1,6%, el retroceso sigue siendo ligeramente superior a lo calculado a principios de año, cuando se preveía una recesión del 1,3%.
El PIB luso se contrajo de forma especialmente significativa en el último trimestre del año, cuando cayó un 2,7% respecto al mismo período del año anterior, así como entre julio y septiembre, cuando se redujo un 1,8%.
El ajuste fue más suave al principio del año, con una bajada del 0,5% en el primer trimestre y del 1% en el segundo.
El retroceso de la economía portuguesa se explica por la disminución del consumo privado -la confianza de ciudadanos y empresarios se sitúa en mínimos históricos y el paro ronda ya el 13%-, así como del gasto público, debido fundamentalmente a las severas medidas de austeridad adoptadas por el Gobierno luso.
El progresivo descenso de la balanza comercial lusa, gracias sobre todo al aumento de sus exportaciones (se incrementaron más de un 15% en 2011), contrarrestó, en parte, el descenso de las inversiones y el consumo.
Portugal acabó por recurrir en 2011 al rescate financiero de la UE y el Fondo Monetario Internacional -como ya hicieran antes Grecia e Irlanda- por la presión de los mercados sobre su deuda soberana, lo que le impedía acceder a financiación a cambio de unos intereses razonables.
Como contrapartida por esta ayuda, concretada en un préstamo de 78.000 millones de euros, Portugal se comprometió a cumplir un amplio y duro programa de ajustes y reformas con las que se pretende reducir el peso del Estado en la economía y ganar en competitividad.
Oposición, sindicatos y analistas han advertido en los últimos meses de la necesidad de combinar estos recortes con políticas encaminadas hacia el crecimiento, una receta que ya ha cogido fuerza también en el seno de la UE.
Para 2012, las previsiones del Banco de Portugal calculan una recesión en el país superior al 3%.
En la última década, el crecimiento medio de la economía lusa se sitúa en el 0,7%, sensiblemente por debajo de la mayoría de economías europeas.