BERLÍN.- La canciller alemana, Angela Merkel, explicó hoy en un encuentro informal a Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), los últimos avances de la eurozona para superar la crisis de la deuda.
La reunión, celebrada a puerta cerrada en Cancillería y sin la habitual rueda de prensa posterior, versó entre otros asuntos sobre la puesta en marcha del fondo permanente de rescate, la unión bancaria, Grecia, la consolidación fiscal en la eurozona y las perspectivas económicas del continente para los próximos meses.
Así lo dejó entrever el portavoz del Ejecutivo alemán, Steffen Seibert, al señalar escuetamente que Merkel y Lagarde tratarían "todos los puntos que interesan a Alemania y la Unión Europea (UE) y en los que está implicado el FMI".
El fondo permanente de rescate fue uno de los hitos de la conversación, según las especulaciones publicadas por los medios alemanes.
El denominado Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) está empezando a reactivarse ahora, después de que el Tribunal Constitucional alemán desbloquease el pasado 12 de septiembre su puesta en marcha, y falta por detallar su forma de actuación.
La dirección del mecanismo, en el que está implicado el FMI, se reunirá por primera vez el próximo 8 de octubre en los márgenes de una reunión de ministros de Economía y Finanzas de la eurozona para empezar a articular sus herramientas de actuación.
El proyecto de unión bancaria para la eurozona también ocupó un espacio en la conversación entre Merkel y Lagarde, según los expertos.
Pese a las presiones de Bruselas y Madrid para poner en marcha cuanto antes la supervisión bancaria única bajo el paraguas del Banco Central Europeo (BCE), Merkel ve inviable que la autoridad bancaria común pueda estar en funcionamiento en enero de 2013.
"Paso a paso,” dijo recientemente la canciller, que aseguró temer que la UE vuelva a decepcionar poniéndose metas que luego no puede cumplir.
Abogó, a cambio, por lanzar este organismo solamente cuando se pueda asegurar la calidad de su trabajo.
Retrasar la puesta en marcha del supervisor único afecta principalmente a España, ya que los fondos de rescate solamente podrán recapitalizar de forma directa a los bancos cuando este organismo esté en finalmente en funcionamiento.
Mientras tanto la ayuda financiera a la banca española debe seguir pasando por el Estado, que hace de garante del préstamo y la debe computar como déficit y deuda, agravando la situación de sus cuentas públicas.