SANTIAGO.- Mantener una microempresa en Chile no es fácil. Además de los trámites —que hoy se han ido simplificando—, hace falta una cuota importante de amor por lo que se quiere hacer, y mucho, mucho esfuerzo.
Bien sabe esto Sigfrido Grimau, un sastre que desde hace 72 años trabaja en el rubro confeccionando elegantes y exclusivos trajes. "Partí a los 8 años y aprendí el oficio de mi padre, que tenía una sastrería en España", cuenta el reconocido confeccionador catalán, quien aclara con orgullo que su trabajo —sobre medidas y hechos al calce— "es un trabajo único y artístico".
Grimau comenta desde su oficina en el quinto piso de la calle Estado 235, en pleno centro de Santiago: "Hoy, lo más difícil de mantener una pyme como la mía es la falta de vocación en los jóvenes. Ellos van a escuelas de diseño y creen que se puede hacer un traje con un lápiz, pero eso no es así".
"Mi competencia es la ropa hecha en serie, pero ésta no genera calidad ni se adapta perfectamente a la persona como lo que hacemos nosotros. Hoy mantener una pyme es difícil porque tienes que competir con los cientos y cientos de productos que vienen de China, los que son muy baratos", agrega.
El mejor gusto del país
Si bien mantener su pequeña empresa se hace difícil, agrega que el orgullo es único. "Nuestro sello es el buen gusto y la adaptabilidad que creamos para nuestros clientes, no como la ropa en serie que hace que el cliente se tenga que adaptar a la prenda. Nuestra satisfacción es seguir con mi sastrería, atendiendo a la gente más elegante y con el mejor gusto de este país", asegura.
Los zapateros también han hecho suyo el desafío hacer un producto de calidad, compitiendo con los productos baratos que llegan desde fuera. Paula Galleguillos partió hace dos años cuando se dio cuenta que el periodismo le "quedaba chico".
Al pensar en un posible negocio, recordó que "no encontraba zapatos que me gustaran y que fueran de buena calidad, por lo que partí haciéndolos", explica.
Los botines para mujer Sagrado MadeinChile son hechos a medida y al calce. Con un equipo de cinco personas, Paula indica que vende 100 pares al mes, aunque esa cifra varía.
"Lo más complicado fue partir porque al principio todo es gasto y casi después de un año comencé a ganar algo. Aposté todo por Sagrado MadeinChile, pero seguí porque sabía que era un muy buen producto, de excelente calidad, terminaciones, comodidad y diseño", explica la emprendedora.
La amenaza china
En este caso, los productos chinos también son una amenaza, comenta. "Los zapatos chinos que llegan a Chile vale muy poco, aunque la diferencia es la calidad y eso, el cliente lo privilegia", aclara.
Paula, quien se encarga personalmente de cada proceso, explica que para sacar un oficio adelante "es necesario ser constante, perseverante y terca", y agrega que hoy "es un verdadero orgullo haber empezado algo de la nada y ver que da sus frutos, que todo el esfuerzo y el trabajo se materializa en un zapato original que rompe esquemas y marca tendencias".
Álvaro Leiva lleva cerca de 10 años investigando y aprendiendo sobre el mundo de la cerveza. Su producto, cerveza KAF –que significa "labrar" en mapudungún– es una cerveza propia, pero además, hoy tiene su propia plantación de lúpulo, algo inédito en Chile.
"El lúpulo es el principal insumo para la elaboración de cerveza, es el que le da el aroma y amargor característico a la cerveza", explica Álvaro, quien actualmente trabaja con cinco familiares.
"Lo difícil de nuestra microempresa es que en Chile no existen laboratorios y expertos en el lúpulo. Todo lo he aprendido de forma autodidacta y con ayuda de los expertos de EE.UU., por e-mail", comenta.
"Nuestra competencia son los distribuidores de insumos cerveceros, quienes venden lúpulo en pellet. Esto no te asegura el 100% de las propiedades del lúpulo, ya que está más elaborado y no te dan un certificado de año de cosecha, esto es muy importante ya que esto puede perjudicar notoriamente la calidad de la cerveza final", aclara.
Falta de apoyo
En cuanto a lo más difícil de mantener una pyme en Chile, Álvaro asegura que el dinero es lo más complicado. "Lo que estamos haciendo es algo innovador, único en Chile. Hemos tocado puertas del Gobierno para el financiamiento y creemos que por ignorancia no nos han apoyado, y no se arriesgan con nosotros", declara.
"Esto es una lástima, ya que es una oportunidad ideal para demostrar que sí se puede producir lúpulo en Chile, y más aún en la Región de la Araucanía, donde tenemos nuestra producción de lúpulo, en especial siendo ésta una de las regiones con más desempleo”, reflexiona.