Un grupo de trabajadores arma un escenario en la playa de Copacabana, en Rio de Janeiro.
AFPRIO DE JANEIRO/BRASILIA.- Durante una década, Geane Menezes ganó nada más que US$ 250 por mes limpiando la casa de una familia brasileña adinerada. Ahora, vende souvenirs en una tienda de aeropuerto en la ciudad de Recife, en el noreste del país, y piensa abrir un negocio.
"Me siento más valorada y gano el doble", dijo Menezes, de 34 años, mientras se ocupaba de las hamacas y los anacardos de la tienda.
Menezes no es la única que colgó su delantal. En tanto el desempleo en la economía más grande de América Latina alcanzó mínimos sin precedente, las mujeres pobres que durante décadas formaron una reserva de mano de obra doméstica barata para las clases media y alta están buscando mejores remuneraciones y empleos más calificados. El resultado es una oferta más reducida de ayuda, lo que ha permitido a las niñeras, mucamas y cocineras restantes exigir aumentos salariales que duplican la tasa de inflación desde 2006.
Derechos para las nanas
Los costos podrían subir aún más, y hacer que el servicio de mucama se vuelva inalcanzable para la clase media si el Congreso aprueba una legislación que garantiza al servicio doméstico el pago de horas extras, bonificaciones anuales y otros derechos que actualmente tiene el resto de la fuerza de trabajo en Brasil. Benedita da Silva, la congresista del Partido de los Trabajadores que patrocina el proyecto de ley, dice que estos beneficios tendrían que haberse otorgado hace ya largo tiempo. Aun con los grandes pasos recientes para reducir la pobreza, Brasil ocupa el puesto 14 en materia de peor igualdad de ingreso, por debajo de Nigeria y Rusia, entre los 154 países enumerados en los Indicadores del Desarrollo Mundial 2012 del Banco Mundial.
"Hoy no tendría por qué ser empleada doméstica", dijo Silva, de 70 años, que en su juventud trabajó como tal en Río de Janeiro cuando vivía en una villa miseria. "El mercado de trabajo ofrece muchas oportunidades mejores".
Reducir la pobreza
Brasil lideró a América Latina reduciendo la pobreza en el último decenio, en tanto su clase media –definidos como los que ganan entre US$ 10 y US$ 50 por día- creció más del 40%, según un estudio del Banco Mundial publicado este mes. Este progreso fue posible gracias a una inflación baja y una estabilidad económica que llevaron a un crecimiento promedio anual de 3,8% durante la década, más una expansión del gasto para luchar contra la pobreza durante la presidencia de 2003 a 2011 de Luiz Inacio Lula da Silva, un ex trabajador metalúrgico. La tasa nacional de desempleo brasileña se desplomó hasta un 5,4%, casi récord en septiembre, menos de la mitad del nivel que tenía una década antes.
A medida que Brasil tiene una mayor movilidad ascendente, el número de empleadas domésticas disminuye, desde 7,2 millones en 2009 hasta 6,7 millones el año pasado, según la última encuesta de los hogares realizada por la agencia nacional de estadísticas.
La edad promedio también está aumentando, en tanto los jóvenes brasileños permanecen más en la escuela, capacitándose para obtener empleos mejor pagados en los que hay actualmente escasez de mano de obra calificada, como ingeniería y comercio. Sólo 5,8% de las empleadas domésticas tienen edades que van de los 18 a los 24 años, en comparación con el 14,8% de toda la fuerza de trabajo, según un estudio del ministerio de finanzas de 2011. Tradicionalmente, las mujeres pobres en Brasil comenzaban a limpiar casas alrededor de los 20 años y a veces incluso siendo adolescentes.
"La hija de la empleada doméstica ya no quiere ser mucama", dijo Marcelo Neri, economista que investiga tendencias en la pobreza y es presidente del Instituto de Investigación Económica Aplicada del gobierno federal, conocido como IPEA. "Estudia, hace la escuela secundaria y quiere una profesión mejor".