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La Polar enfrenta casi 100 demandas por infracción a la Ley del Consumidor en 2013

Se trata de clientes que aún reclaman daño moral a raíz del caso de repactaciones unilaterales. La empresa ya había recibido otras demandas de este tipo en 2011.

26 de Junio de 2013 | 15:43 | Por Franco Vera, Emol
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El Mercurio (Archivo)

SANTIAGO.- A mediados de 2011, apenas conocido el caso de las repactaciones unilaterales efectuadas por La Polar, unas 50 personas ya habían emprendido demandas individuales por infracción a la ley del consumidor contra esa empresa, con consecuencia de daño moral. Cinco de estos demandantes ganaron esos litigios por montos de entre dos y ocho millones de pesos. Los otros 45 llegaron a acuerdo con la firma, que debió pagarles en torno a dos millones a cada uno.


Dos años más tarde, el retailer vuelve a enfrentar denuncias por supuesta infracción a la Ley 19.496, sumando ya casi 100 demandas individuales en 2013, de clientes que reclaman haber sufrido daños morales por parte de la compañía en el Juzgado de Policía Local de Huechuraba.


Este tipo de acciones civiles por daño moral se realizan en forma individual, puesto que no pueden hacerse colectivas como la presentada contra la firma en 2011 por el Sernac, y la cual favoreció a casi un millón de clientes repactados.


La abogada Claudia Candiani, quien se ha hecho cargo de la mayoría de estas acciones individuales, cuenta que este año ha recibido antecedentes de 500 personas que quieren ir a juicio contra La Polar por infracción a la Ley del Consumidor, de los cuales ella tomó 120. De este número ya han ido a audiencia 90 y 30 quedan pendientes para los meses de junio y julio.


Cuenta que lo más complicado en el caso de una demanda por daño moral radica en cómo se puede explicar lo que significa o implica el daño moral para el afectado. Luego de eso, hay que determinar un valor a ese daño. Eso es lo que se discute en estos juicios.


No son "frescos"


"Hay que aclarar que quienes fueron repactados por la Polar, no son esos 'frescos' que sacaron un televisor y no quisieron pagar. Se trata de personas de esfuerzo, que en su gran mayoría ganan el sueldo mínimo y que en algún momento se atrasaron en el pago de alguna cuota. Ese atraso significó que sus deudas fueran repactadas en promedio 10 veces. Es decir una deuda de $ 60.000, terminó en $ 600.000", aclara la abogada.


De la primera partida de quienes acusan haber sufrido daño moral por infracción a la ley 19.496, el primero de los que efectuó una acción a fines de 2010 fue Pablo Carrasco. Este cliente acusó haber sido repactado cuando, asegura, ni siquiera registraba deudas. Pese a eso, la empresa mandó sus antecedentes a Dicom. "Por esto, el juez determinó que había una diferencia en mi caso respecto del resto".


Antes de recurrir a la justicia, Pablo dice haber hecho muchas gestiones él mismo, pidiendole a la empresa que lo eliminara de sus registros de deudores. Sin embargo, el problema se agravó cuando postuló para estudiar un Magíster, en el que fue aceptado, pero que no pudo concretar porque al estar en Dicom, no le aceptaron ningún medio de pago.


"Acá no había un error, sino que información falsa", dice Carrasco. Además, reclamó que no fueron diligentes cuando él reclamó por esa situación. De la empresa no le contestaban el teléfono y cuando él iba en forma personal, dice que lo trataban mal y que además de no explicarle por qué figuraba en Dicom, tampoco le entregaban un estado de cuenta en donde se dijera por qué se habían enviado ahí sus antecedentes.


Llamados a la oficina


Después comenzaron llamados en los que dice haberse sentido acosado: a su oficina, a su hermana, a cualquier hora del día, en llamados en que daba lo mismo quién contestara, porque al que levantaba el teléfono le contaban todo sobre la supuesta deuda. Inexistente, insiste Pablo. Ahí estaba el daño a su honra, y a su fama comercial.


Él fue el primer caso en ser presentado, meses antes de que estallara el caso La Polar. Su demanda se demoró algo más de seis meses, en los que La Polar perdió el juicio y apeló. El juicio pasó a la Corte de Apelaciones, sin embargo, terminó ganando el juicio y recibió $8 millones por daño moral.


El teléfono de $2,5 millones


Igual caso se repitió en el caso de la afectada Cecilia Véliz. La diferencia es que ella sí generó una deuda. Compró en 2007 un celular de $50 mil del cual alcanzó a pagar sólo algunas cuotas. Luego dejó de hacerlo cuando su marido quedó sin trabajo. "Reconozco que tuve culpa, por la situación en la que me encontraba", confiesa.


En 2010 la llamaron para decirle que tenía una deuda de $2.500.000 por no haber pagado el celular de $50 mil. "Y yo le pregunté que cómo era posible, si yo apenas tenía un cupo de $ 300 mil", recuerda. Entonces se acercó para repactar, porque no podía pagar ese monto.


Finalmente, acordó con la tienda una rebaja de su deuda de $2,5 millones a $1,7 millones. Entonces le pidieron que hiciera un primer abono de $60 mil y que luego pagara 48 cuotas de $40.000, las que abonaría desde el 5 de enero de 2011. Así lo hizo durante 3 meses, luego de los que se le ocurrió abrir el sobre de cobros para ver el detalle de lo que estaba pagando. Ahí se dio cuenta que le habían incluido unos seguros, y como no los había pagado, se encontraba otra vez morosa.


Ahí se enteró que el mismo día en que ella había realizado el primer pago tras repactar con la multitienda, la habían enviado a Dicom por una deuda de $1,7 millones. "Yo siempre fui con la idea de ir a un juicio individual, porque creo que cada uno debe alegar por lo propio. A mí me llamaron a la pega, un día hablaron con mi jefe y le contaron, se metieron en mi parte en mi parte laboral, antes de que yo llegara a la oficina. Le dieron a conocer el tema de que yo era deudora y esas cosas son privadas. Con eso violaron la ley. También llamaban a mi casa y le decían a cualquier persona que contestaba (…) Me llegó la primera amonestación en 18 años de trabajo, me dio estrés, dormía mal", recuerda.


Finalmente La Polar también llegó a acuerdo con ella en la demanda por daño moral. Recibió unos $2 millones.

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