MOSCÚ/PARÍS.- Cuando la Unión Soviética se desintegró hace 22 años, las mujeres rusas cambiaron con rapidez el tosco atuendo proletario por cosas como vestidos ajustados de lentejuelas y tacos muy altos. Mira Duma no quiere nada de eso.
"Lo último que compraría y usaría serían cosas con grandes logos", dijo Duma, una experta en el viejo estilo de 28 años y ex editora de la edición local de la revista Harper's Bazaar. "En la actualidad la estridencia es por completo vulgar en moda".
Duma, hija del ex legislador ruso Vasily Duma, representa a una nueva generación de rusos para quienes la elegancia se ha desplazado de lo llamativo y caro a un estilo de perfil bajo aun más caro.
Conforme cambian los gustos, las ventas de bolsos Hermès de US$ 10.000 y vestidos Chanel de US$ 5.000 se aceleran en el ex país comunista y llevan a Prada y Louis Vuitton a abrir más locales. La distribución crece fuera de Moscú y San Petersburgo, así como online, a medida que crece la clase media de Rusia, según la firma de análisis Planet Retail.
Las ventas de artículos de lujo en Rusia se expandieron 6%, a US$ 8.800 millones el año pasado, en comparación con 4,6% en 2011, lo que contribuye a revertir la declinación de 2007-2009, según Euromonitor International Plc. Si bien el ritmo es más lento que en China, donde el sector de lujo creció 18% en 2012, es mucho más rápido que en Europa occidental, donde las ventas cayeron 1% el año pasado en tanto la crisis de la deuda pesaba sobre el gasto local, estima la firma de análisis.
"Estamos ante un regreso" de la demanda rusa de productos de lujo, dijo Patrick Albaladejo, segundo responsable ejecutivo de Hermès International SCA.
Talento divino
Marcas europeas como Vuitton ya han empezado a moderar su estilo mientras compiten con marcas rusas como Vika Gazinskaya, Alexander Terekhov y Uliana Sergeenko, que estiman que conocen mejor lo que quieren los clientes. La última colección de Terekhov consiste en simples vestidos florales de seda, mientras que la colección primavera de Sergeenko ocultó más piel de la que mostró.
Las ventas de las colecciones de Gazinskaya de vestidos de 1.500 euros (US$ 1.980) se han duplicado en el último año en momentos en que los clientes "buscan algo distinto", dijo la diseñadora, que tiene 24 años. La firma, cuyos 25 locales también están presentes en París, Nueva York y Hong Kong, dice que busca inversores para financiar una mayor expansión.
"No hay límites", dijo Gazinskaya por teléfono desde Venecia, Italia, donde asistía a la Bienal de arte. "Dios me dio talento".
La discreción no siempre estuvo de moda entre los rusos. Los corpiños con animal print, los atuendos llamativos y las maletas con logos eran de rigor en la década de 1990, cuando los pocos ricos del país buscaban revivir los excesos anteriores a la revolución de 1917, según Alla Verber, directora de moda de la gran tienda Tsum de Moscú.