La biblioteca de San Javier, en Medellín, de 12.000 metros cuadrados.
Proexport ColombiaMEDELLÍN.- No es frecuente que una ciudad famosa por sus desayunos empresariales a las 7:00 de la mañana y sus habitantes adictos al trabajo también adquiera renombre como una ciudad de diversión de primera línea. Sin embargo, en Medellín, Colombia, la paradoja comienza a cobrar sentido muy tarde un ruidoso viernes por la noche, cuando me encuentro en un club nocturno repleto de gente discutiendo los puntos más delicados de la actividad empresarial y la planificación urbana entre tragos de aguardiente con 60 grados de alcohol. Y eso antes de que me abrace un enano bigotudo con un disfraz de mariachi.
Hasta no hace mucho tiempo, Medellín no tenía demasiado para ofrecer como diversiones nocturnas o acuerdos de negocios legítimos, informará la revista Bloomberg Pursuits en su número correspondiente a las Fiestas 2013. Los toques de queda de la policía solían mantener a la gente dentro de sus casas de alta seguridad, y las transacciones comerciales más significativas tendían a involucrar grandes cantidades de cocaína. La ciudad fue durante largo tiempo bastión de Pablo Escobar y su cartel de Medellín, que en su momento controló la mayor parte de la cocaína enviada ilegalmente a los Estados Unidos.
Famosa como la capital mundial del crimen, Medellín estaba a la altura de su mala prensa: en 1993, se producían 381 homicidios por cada 100.000 habitantes, una tasa que es siete veces más alta que la cifra actual.
"Durante mucho tiempo, nadie pensaba siquiera en venir aquí –y todos los que ya vivían aquí sólo deseaban irse", dice Carlos Botero, presidente del grupo del sector de la moda colombiana Inexmoda.
Medellín espléndido
El verano pasado, en uno de los innumerables signos del resurgimiento de Medellín, Inexmoda y la ciudad dedicaron más de medio millón de d,ólares a montar un desfile del modisto de París (nacido en Colombia) Haider Ackermann durante la semana anual de la moda. Mientras tanto, Medellín está afirmando rápidamente su reputación de pionera de una arquitectura y una renovación urbana inventivas, con una serie de proyectos públicos audaces. También apunta a convertirse en la respuesta sudamericana a Silicon Valley, atrayendo a empresas de tecnología y nuevas empresas internacionales con exenciones fiscales y alquileres reducidos.
Pese a que la tasa de delitos toca nuevos mínimos, extensas partes de esta ciudad de 2,2 millones de habitantes todavía no son seguras a plena luz del día, mucho menos después del atardecer. Y sin embargo, este renacimiento ha convertido a Medellín en un lugar muy atractivo para visitar. Tiene un sistema de metro impecable, un paisaje espléndido en un valle exuberante, un tiempo primaveral todo el año y una vitalidad palpable que es alimentada día y noche por una energía contenida durante décadas.
Transformación en bibliotecas y áreas verdes
La transformación de la ciudad comenzó hace poco más de 10 años, cuando el gobierno estaba desesperado por hallar nuevas soluciones a los problemas de las villas miserias cada vez más grandes sobre las laderas de las colinas, donde vivían cientos de miles de personas desplazadas por la violencia de la droga y la guerra de guerrilla en las zonas rurales circundantes.
Con Sergio Fajardo, el profesor de matemática que fue alcalde desde 2004 hasta 2007, la ciudad lanzó varias iniciativas, como una serie de parques bibliotecas imponentes desde el punto de vista arquitectónico y centros de deportes. La idea, tal como la expresó entonces Fajardo, era poner "los edificios más bellos en los barrios más pobres" para desarrollar una idea de compromiso y optimismo en los distritos pobres largamente ignorados.
El destacado arquitecto de Medellín, Alejandro Echeverri, que fue director de proyectos urbanos de Fajardo y cerebro de la transformación de la ciudad, dice que si bien estas estructuras ayudaron sin duda a reducir el delito, no son más que los elementos más visibles de un esfuerzo complejo y continuo.
"Como arquitecto, probablemente no debería decir esto, pero la construcción por sí sola no cambia mucho. Estos proyectos forman parte de un programa más amplio de inclusión y educación, de estímulo de la confianza y de un sentido de comunidad en una ciudad muy segregada".
Distrito de innovación
Una de las principales beneficiarias es la red de transporte –envidia de la capital de Colombia, Bogotá, situada 440 kilómetros al suroeste–, cuyas varias góndolas aéreas, similares a las de los centros de esquí alpinos, llevan a los viajeros hacia y desde vecindarios más desfavorecidos que antes eran accesibles sólo a través de escaleras decrépitas. Un impactante viaje de 12 minutos pasa por las villas miserias y sobre un bosque en la cima de la montaña, terminando en el Parque Arvi, una reserva natural de 1.760 hectáreas.
Bajando la colina, EPM (Empresas Públicas de Medellín) es el principal promotor del resplandeciente complejo Ruta N, parte de un distrito de innovación recientemente zonificado que se propone elevar el perfil global de la ciudad en tecnología y ciencia.
Más allá de los confines de Ruta N, Medellín está atrayendo a jóvenes empresarios tecnológicos que se han enterado de que Colombia está lista para darles muestras de amor y quizá también algo de efectivo. Conrad Egusa, un joven estadounidense de 25 años, recibió un subsidio para crear Espacio, un lugar de elegantes oficinas compartidas, en El Poblado; también dirige una empresa de marketing y organiza eventos de redes.
"Como mercado, Medellín todavía es pequeño y hacen falta avances en el nivel de inglés", dice. "Pero es un sitio fantástico para crear una empresa".
Zona de diversión
La zona de diversión más popular –si no la más interesante– se encuentra alrededor de Parque Lleras en El Poblado, donde los fines de semana hasta las veredas se llenan de gente sociable y a la moda. La escena evoca una suerte de fiesta de estudiantes más sofisticada, sólo que con música a mayor volumen y atuendos más ajustados.
Una energía más adulta e intelectual domina las calles frondosas más arriba en la colina. En lugares como el bar El Social, las raquíticas mesas de metal se llenan de creativos barbudos, en tanto en las manzanas de los alrededores, un número creciente de restaurantes bulliciosos –sobre todo Mystique y Carmen, con sus imaginativos chefs formados en el exterior– finalmente están dando a Medellín los primeros indicios de una movida culinaria de la que careció mucho tiempo.
Más obras públicas
Si Bogotá es la Madrid de Colombia, Medellín es su Barcelona: más pequeña, más linda y más satisfecha consigo misma.
El alcalde Aníbal Gaviria, cuyas máximas prioridades para la ciudad son, dice, continuar las mejoras en la seguridad y la igualdad social, reconoce que la municipalidad no puede arreglar todo. ("Lamentablemente, casi todos los crímenes en esta ciudad están ligados a la droga, de una u otra forma, y el tráfico de drogas es un problema internacional", dice).
Tiene, no obstante, un ambicioso proyecto que propicia más espacios verdes y grandes obras públicas, arraigadas en lo que define como "urbanismo cívico educativo", un programa que alienta el respeto hacia los espacios comunales aprovechando el orgullo "Paisa". En todo el sistema del metro, un escuadrón de empleados de limpieza provistos de lampazos trabaja con un celo que podría parecer extremo hasta en Suiza. En los trenes, una voz grabada exhorta seriamente a los pasajeros a comportarse bien: "En el metro, nos complace respetar a los demás", dice.
Esto funciona, en cierto modo: el vandalismo es infrecuente en el metro y en los parques bibliotecas. Cuando le expreso a Echeverri, el arquitecto, mi sorpresa ante el hecho de que no se roben más libros de las bibliotecas, él también admite que lo sorpren