GINEBRA.- Los ciudadanos suizos decidirán mañana en referéndum qué política de inmigración desean para su país, cuando se pronuncien sobre una iniciativa de la extrema derecha que intenta limitar la entrada de trabajadores de la Unión Europea al mercado laboral helvético.
De ser aceptada, esta propuesta podría acabar con toda la arquitectura de acuerdos que sostienen las relaciones políticas, económicas y comerciales de Suiza con el bloque comunitario desde principios de la pasada década.
El partido Unión Democrática de Centro (UDC), conocido por sus posiciones ultraconservadoras e ideas xenófobas, consiguió la convocatoria a este referéndum bajo el lema "contra la inmigración en masa" y al que ha precedido una virulenta campaña a favor y en contra.
El argumento central de sus iniciadores es que la inmigración no sólo ha aportado mano de obra a Suiza, sino un número creciente de desempleados que sacan provecho del sistema social y terminan viviendo de las subvenciones públicas.
Desde la entrada en vigor en 2002 de los acuerdos bilaterales entre Suiza y la Unión Europea -entre los que figura el de libre circulación de personas-, la unión helvética ha visto llegar cerca de 800 mil trabajadores extranjeros, de los que el 75% son ciudadanos comunitarios.
Sin embargo, las cifras oficiales desmienten que este flujo de extranjeros haya tenido un impacto negativo en el empleo. La tasa de paro en Suiza fue el año pasado del 3,2 % (un 2,9 % en 2012), con una tasa del 2,2 % entre los ciudadanos suizos, del 6 por ciento entre los extranjeros y del 5,2 % entre los europeos comunitarios concretamente.
Cada vez que Suiza ha tenido que ampliar su política migratoria, la ciudadanía ha sido llamada a las urnas y siempre, desde principios de la pasada década, la mayoría ha sido favorable a una apertura de las fronteras.
Ocurrió en el año 2000, cuando triunfó el "Sí" en el referéndum sobre la libre circulación de personas con la UE; en 2005, cuando se aceptó extender este derecho a los diez países que se acababan de adherir; y en 2009, cuando se aprobó el mismo trato para rumanos y búlgaros.
En contra de esta tendencia, la propuesta sometida mañana a referéndum implicaría -de ser aprobada- el retorno a un sistema de contingentes de inmigrantes, con lo que cada año se impondría un número limitado de permisos de trabajo para las personas procedentes de la UE, como ocurre actualmente para el resto del mundo.
Para conseguir su objetivo, la UDC -que promueve sola esta campaña contra la inmigración- ha intentado instrumentalizar los temores y las cifras en apoyo de su mensaje central: el número de europeos desempleados y beneficiarios de la asistencia social suiza aumenta, y muchos llegan a esta situación de manera deliberada.
Según ese partido, los inmigrantes europeos han dado vida al turismo social", como llama al hecho de que un ciudadano europeo puede haber trabajado un solo día en Suiza y beneficiarse del seguro de desempleo si prueba que ha cotizado al menos un año al sistema de algún otro país de la UE.
Sin embargo, los servicios sociales de algunas de las ciudades más importantes de Suiza -con alta concentración de extranjeros- han desmentido ese fenómeno y dicho que los casos de abuso pueden existir, pero que su número es marginal.
Los medios políticos y económicos que rechazan la iniciativa contra la inmigración en masa" de la UDC también han sacado a relucir que, sin inmigrantes, el nivel básico del sistema de pensiones sería deficitario desde 1992.
La Secretaria de Estado para la Economía de Suiza ha confirmado que la inmigración europea ha permitido reducir el ritmo de envejecimiento de la población y atenuar el problema de la financiación de las prestaciones sociales.
La brecha entre el "Sí" y el "No" se ha reducido en las últimas semanas y según el más reciente sondeo -efectuado hace tres semanas- los "descontentos" dispuestos a votar a favor de la iniciativa estarían ahora alrededor del 43 por ciento, frente al 37 por ciento de algunas semanas antes. Mientras tanto, sus opositores han perdido un 5 por ciento y se cree que representan un 50 por ciento de los votantes, mientras que el resto son indecisos.