Sebastián Cerda
(Foto: El Mercurio. |
En los primeros tiempos de su regeneración muchos tildaron a Lucybell como una especie de enjuague. Como un grupo reciclado al que le iba quedando poco de su espíritu, pero con una buena marca por conservar. La discusión hoy poco importa. Más que una remodelación, a quince años de su nacimiento el Lucybell de los últimos tiempos ha demostrado ser un grupo totalmente distinto al del origen y, por lo mismo, casi incuestionable en su perfil.
Ya antes de que el show de celebración de aniversario comience, en el Teatro Teletón, el solo hecho de mirar el escenario da cuenta de este cambio: tres pantallas gigantes para las que el presupuesto y la actitud de la primera etapa no habrían alcanzado, y una batería con doble bombo, recurso estético-musical ligado tradicionalmente al rock pesado. Inimaginable en la banda que editara un disco tan onírico como
Viajar (1996).
Y lo que estas postales sugieren, más la imagen pública de la banda modelo 2007 como un trío rockero, se confirma en el primer segmento de la presentación, con canciones enérgicas como "Fe" y "Eternidad", que no dejan mucho espacio a la melancolía que antaño se filtraba por todos los poros sonoros de la banda. Eso se percibe incluso en el primer "recuerdo". Es "Tropezar al andar", del disco
Viajar, ahora totalmente despojada de los empalagosos arreglos de teclados de la versión original. Incluso la emblemática "Mataz" también supo de una "versión trío", con su característica base trip-hop desplazada ahora por los golpes de batería de Cote Foncea.
Fueron los momentos en que el Lucybell de hoy se mostró más afiatado, como un verdadero reloj cuyas piezas funcionan completamente armonizadas. Una norma de la que sólo se apartaba la voz de Claudio Valenzuela, quien ha llevado sus habituales ondulaciones, variaciones en agudo falsete y arreglos lamentosos a su máxima expresión.
Y aunque la nostalgia no fue la tónica en una ocasión tan tentadora para ello, como ocurre con las efemérides redondas, sí tuvo su necesaria cuota. Fue a través de "Grito otoñal" y de "No naceré", temas editados en
Peces (1995) y
Lucybell (1998), respectivamente, y que fueron un viaje a los pasillos de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile y a la primera mitad de los ‘90. Por entonces, el negro en el público tenía un tono distinto al que utiliza la nueva y joven camada de seguidores del trío, conocedores al pie de la letra de hasta los menos difundidos temas de
Lúmina (2004) y
Comiendo fuego (2006), pero que durante estas viejas canciones adoptaron una actitud de respetuoso observador.
Las revoluciones y la electricidad bajaron con una sesión acústica ("noche cerquita", como la banda tituló al segmento), que con los tres integrantes en las cuerdas brindó temas como "Tú", "Amanece" y "Milagro" (ésta en compañía de Javiera Parra). Rodrigo Aros (en sitar) y Juan Gronemeyer (en tabla), le dieron aires indios a "Carnaval". La lista de invitados la cerró Jean Pierre Duhart, de De Saloon, quien puso su voz y su guitarra en "Por qué no estás de pie", ya cuando la electricidad estaba de regreso.
Y la electricidad se quedó hasta el final (con la sola excepción del pausado cierre definitivo de "El dragón y el gallo"), tras dos horas y media de concierto. Tal como parece haberse quedado también en el trío. Pese a la celebración "adolescente" de los quince años, Lucybell ha llegado a esa edad exhibiendo la madurez necesaria para mezclar inquietud artística y sello propio, más allá de los temblores en su estructura. Una mezcla que muchos buscan en un proceso en el que varios tropiezan.
Canción a canción
1. Fe
2. Sálvame la vida
3. Eternidad
4. Ángel
5. Mi propia cruz
6. Piedad
7. Tropezar al andar
8. Mataz
9. Vuelve a mí
10. Hoy soñé
11. Ráptame del fin
12. (Inédita)
13. Infinito amor
14. Grito otoñal
15. No naceré
16. A perderse
17. Tú
18. Transmisión
19. Milagro
20. Amanece
21. Carnaval
22. Flotar es caer
23. Por qué no estás de pie
24. De sudor y ternura
25. Cuando respiro en tu boca
26. Mil caminos
27. Luces no bélicas
28. El dragón y el gallo
