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Alabanza... por la fuerza de la razón

17 de Agosto de 2007 | 01:14 |
Si ya en su notable disco debut, Gondwana, sorprendieron con un cálido e irrefutable talento, en esta secuela se confirman y amplifican todas aquellas virtudes que han hecho de la banda liderada por la voz de Quique Neira en una de las más sólidas del país.

Porque, más allá de ese don para construir melodías certeras y amables, más allá de la privilegiada garganta de un vocalista con carisma de verdad, lo de Gondwana es pasión. Una entrega sin condiciones a un estilo de vida, a un mundo de sonidos e intangibles que le han valido un poder absoluto en la creciente comunidad rasta del país que ellos mismos ayudaron a cimentar.

Alabanza... es, íntegro, una sentida reflexión. Un cadencioso oratorio que, por igual, se rinde a los pies de fuerzas espirituales (Jah guide) y de amores terrenales (Antonia). Una demasiado transparente muestra de rabia (Mártires) y una cruzada de hermandad incansable (Defendamos).

En cada una de sus plegarias, enchapadas en bronces y en ese ritmo hipnótico legado del ocio contemplativo de los coterráneos de Marley, este disco suena gratamente más maduro que el anterior. Quizás con menos vocación de éxito comercial y de difusión radial (salvo por Keep the faith, un suceso en potencia), tal vez con letras menos asibles para el público crossover, pero coherente y sobre todo sincero.

Gondwana, en Alabanza, lo sintetiza todo: esta es la situación / es iluminación / raíces, rock y reggae no es polución. Por eso, aunque no se promulgue su fe, nadie puede negar que este culto ya se ganó su espacio. Y, por cierto, mucho respeto.

Pablo Márquez F.
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