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El río vuelve a correr

Son uno de los grupos más personales del circuito de rock independiente que cundió en Santiago en los primeros años dos mil. Ahora Tsunamos han vuelto a tocar, y este fin de semana el primer gran escenario de su regreso será el festival Circus Rock, en el Cine Normandie de la capital. "Es la nueva era", anuncia Goli, el cantante de los Tsunamis.

18 de Noviembre de 2010 | 22:34 |

Es uno de los dos regresos que marcarán el próximo festival "Circus rock" realizado este fin de semana en Santiago. Así como el trío Familea Miranda vuelve desde Barcelona tras cuatro años de ausencia, la banda rockera Tsunamis vuelve desde la propia historia que dejó en suspenso al separarse en 2006. Y 2010 es el año de la reunión de este grupo, uno de los más personales del circuito rockero independiente que creció en Santiago en los primeros años dos mil.


Su último disco había sido Corre el río (2006), un sorprendente paso a distancia de sus dos grabaciones previas, el más eléctrico Tsunamis (2004) y el más místico Espíritu (2005). Ahora, a cuatro años de plazo, Tsunamis va a compartir el escenario de la primera jornada de "Circus rock" (ver recuadro con los detalles de la programación) junto a una muestra de los nuevos músicos que han aparecido en los escenarios precisamente durante el tiempo que la banda se mantuvo vacante: bandas como Protistas, Watch Out! o Miss Garrison, solistas con sus respectivos grupos como Matías Cena y Vapourboat.


Tsunamis tampoco son los mismos tras este tiempo. Más allá de canciones reconocibles de sus primeros años como "Rosita queen" (2004) o "Lo veo venir" (2005), es un repertorio cuantioso en canciones nuevas el que han mostrado en sus dos actuaciones de este año, en el bar Loreto y el centro cultural Amanda de la capital. Sí se mantiene la alineación de la última vez, con Goli, también llamado Andrés Gaete (voz y guitarra), Francisco Fernández (guitarra), José Domínguez (bajo) y Alejandro Gatta (batería). Un año y un par de meses ensayaron antes de subir de nuevo a tocar, calcula Goli.


De lo que no se acuerda con exactitud el cantante es de cuándo fue la última actuación de Tsunamis antes de poner pausa. "Diciembre del 2006, creo... ¿en el ex Sarita Colonia?", se pregunta, a propósito de uno de los escenarios del barrio Bellavista en la capital.


-¿Y tomó tiempo volver a conectarse o fue como haber estado tocando el día anterior?
-Conexión tocando hubo al tiro. Lo que tomó tiempo fue volver a encauzar todas nuestras experiencias y llevarlas a un sonido en común. Eso ha sido lo más complejo, retomar nuestra energía pero encauzarla en una proyección nueva.


-Hasta ahora han tenido dos fechas. ¿Qué les pareció cada una?
-La fecha en Loreto fue muy emocionante pues fue el regreso "oficial". Era la primera vez que tocábamos en vivo los cuatro desde hace tres años. Tal vez por lo mismo nos vimos un poco ansiosos y eso se reflejó en las tomas de las canciones, que estuvieron más rápidas de lo normal. En Amanda dimos un paso más adelante. Musicalmente nos sentimos más seguros, cómodos con las tomas, el sonido y sobre todo nuestra actitud arriba del escenario. Ambas fechas, cabe recalcar, tuvieron el denominador común de que estuvieron llenas y con mucha energía y apoyo por parte del público, algo muy gratificante.


-Llama la atención la cantidad de canciones nuevas con las que volvieron. ¿Las estuvieron haciendo desde el mismo 2006 o que aparecieron ahora último todas juntas?
-Aparecieron desde que nos pusimos a ensayar. Es la nueva era.


-Y también llama la atención que suenan bien distintas unas de otras. ¿Dirían que ahora los sonidos de Tsunamis están más variados, o de alguna manera siempre fue así?
-Yo pienso que la esencia de Tsunamis sigue ahí, en nosotros cuatro. Siempre hemos buscado de manera conciente hacer algo distinto en cada etapa. Sí creo que lo nuevo suena distinto a lo anterior, pero el nuevo material buscamos que sea homogéneo.
 
-¿Ustedes mismos se sorprenden de las direcciones que han tomado las canciones? ¿Eso viene además de haber estado escuchando otra música en este tiempo?
-Al estar dentro del proceso creo que la sorpresa pasa más por el disfrute que un pasaje o momento musical provoca en uno. Siempre hay músicas nuevas entrando en nuestros oídos y también se mantienen los gustos "atemporales".


-Por ejemplo algunas guitarras de Francisco son más tranquilas y contenidas, no tan incendiarias siempre.
-No creo que las guitarras de Pancho o las mías, o en general las canciones, sean todas contenidas y tranquilas. De hecho algunas son claramente fuertes e intensas. Definitivamente todo esto es más fuerte que el general de Corre el río, aunque incluso ahí también hay momentos arriba. De todas formas lo que más nos interesa es ir con la energía o expresión que cada canción pide. Hay que entender que las obras tienen una vida propia y uno tiene que estar lo más abierto y atento posible para que todo el contenido tenga un sentido y sea coherente y bello para uno.
 
-¿Las letras que cantas están apuntando para otros lados? Pregunto porque en vivo no ha sido tan fácil entender de qué se tratan...
-¿Adónde apuntaban mis letras anteriormente? ¿Todas al mismo lado? Creo que lo mejor es mostrar un extracto o verso de uno de los temas nuevos y que ello hable solo: "Todo mi deseo, libre como un ave, vuela con una flor, se sienta sobre el mundo".


Cientos de años


-El último disco del grupo había sido Corre el río. ¿Qué tanto tiene que ver Tsunamis ahora con lo que quedó en ese disco, se nota que han pasado cuatro años para ustedes?
-Sí se nota. Mucho. Pero creo que lo que queda es nuestra inquietud compositiva, el planteamiento que hemos desarrollado frente a la canción, ya no como formato sino como un estilo de arte per se, estructural pero jamás lejos del sentimiento primario, el libre e inconsciente sentido expresionista. Creo que esos dos universos definen mucho la música de Tsunamis.


-¿Y qué las pasa con tocar canciones de antes como "Lo veo venir" o "Rosita queen" en vivo ahora? ¿Han visto que es un público más joven, o reconocen a gente de los primeros años que reacciona frente a esas canciones conocidas?
-Reaccionan todos, pero sí, creo que lo más impactante es ver a niños básicamente, que nunca vieron a Tsunamis antes, absolutamente conectados y movidos por lo que hemos hecho. Eso es algo muy fuerte. No logro ni siquiera comprenderlo.


-¿Qué les parece tocar en Circus Rock? ¿Tocar con cantidad de grupos más nuevos –Matías Cena, Protistas, Vapourboat, Puta Marlon, Watch Out!– y al mismo tiempo con Familea Miranda?
-Volver a tocar con Familea va a ser la raja. La última vez que tocamos con ellos fue una gran fecha en la que además estuvo Yajaira y simplemente me trae recuerdos de una "época dorada", no sé si del rock chileno o de un grupo pequeño de bandas muy, muy buenas. O tal vez simplemente una época preciosa para mí.


-¿Les ha llamado la atención algo de los músicos más nuevos que han salido en el último tiempo?
-Respecto de las bandas nuevas, lo encuentro muy bacán. Sé que todas se han ganado su espacio ahí. Conozco el trabajo de todos ellos aunque no muy de cerca. Pienso que están, o más bien estamos todos, limitados al espacio digital. No sé, yo soy un radioescucha de siempre, y echo de menos más música local en la radios, no limitada a una sola radio de música chilena. Nunca limitada, sino a la par con todo lo que suena en el mundo.


Durante los años de pausa ninguno de los cuatro Tsunamis se mantuvo quieto. Gatta tocó batería con músicos como el cantante Nutria NN, Domínguez formó el ya disuelto trío de rock Fan junto a Adriana Barrueto y Constanza León, Fernández integró el fugaz grupo Lanza Internacional junto al propio Gatta y otros integrantes, y el que llegó más lejos fue Goli.


Más lejos literalmente: el cantante se cambió a Valparaíso, donde se entregó a cantar por cuenta propia con frecuencia y también encabezó a Wipala, un trío con diversos músicos. "Wipala no era un grupo, más bien era un proyecto solista", explica. "Armar ese proyecto fue la consecuencia directa de haber dejado de tocar con Tsunamis y de volver a constatar que uno vino al mundo para esto, y asumirlo sin pena ni miedo, aunque no sea fácil".


-¿Qué tan determinante fue partir a vivir a Valparaíso, qué cambios te ha provocado eso?
-Absolutamente determinante, cambió mi vida en todo sentido. Uno de los cambios más fuertes fue dejar de tocar con Tsunamis durante estos años. Yo empecé a tocar solo a los catorce (años), cuando tuve mi primera guitarra que de hecho era una acústica. No siempre tuve banda. Me demoré mucho en tener una banda. Mi formación fue tocando solo en mi pieza, en carretes o las peores en reuniones familiares. Aunque no tengo hasta ahora ningún disco solista editado, tocar solo siempre ha sido una inquietud, porque es básicamente lo que hago, cuando estoy solo en mi pieza, donde sea.


-En Valparaíso te vinculaste también a festivales organizados por el Consejo de la Cultura como "Rockódromo", por ejemplo. ¿Qué tal la experiencia?
-Las encuentro instancias preciosas, donde se desmoronan todos los prejuicios que uno tiene respecto de otros artistas o trabajadores del rubro, por el mero hecho de compartir un evento en común. Todo eso (el prejuicio) es tan usual en Chile por el hecho de ser una escena total tan chica, pero me sirvió mucho para abrir la cabeza y darme cuenta del contexto geográfico donde vivo y con quiénes comparto. Ese sentimiento es muy difícil vivirlo en Santiago. Cuando te invitan a estos festivales multitudinarios, donde te encuentras con artistas con los que no tenías ni una onda, te das cuenta de que los saludaste, te llevaste bien e incluso hueviaste con algunos de ellos y eso cambió la perspectiva que tenías, incluso de su música. Aunque nunca más hables con ellos. El prejuicio es terrible, sólo lo limita a uno. No creo eso sí que sean instancias que funcionen en un cien por ciento, tienen muchas fallas a nivel de producción, curatorías y administración, pero ése es un tema extenso. Que quede pendiente.
 
-¿Hay canciones como para sacar un disco nuevo de Tunamis ahora? ¿Está en los planes grabar de nuevo?
-Siempre ha sido el norte. El disco es el registro. No queremos que esto quede en el aire, aunque eventualmente todo va hacia allá. Al menos pretendemos dar a este trabajo que hicimos unos cientos de años de permanencia. No, en serio, al menos dejarlo ahí, como inquietud individual antes que uno muera.

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