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Tostado

03 de Diciembre de 2010 | 14:48 |
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La música de Perrosky ya era internacional antes de salir de Santiago. Su sonido se concibió desde principios de década con una incamuflable atadura a los géneros campesinos estadounidenses (sobre todo, el blues), y el álbum de covers Doblando al español (2008) —uno de los siete de su activa discografía— no hizo más que confirmar el interés del dúo por aquellas tradiciones anglocantadas que más han nutrido al rock desde el hemisferio Norte, como el soul y el country. De ahí que las circunstancias de grabación de Tostado sean, hasta cierto punto, naturales, pese a lo llamativas. Un dúo chileno, casi sin difusión radial, con grabaciones autogestionadas entre amigos, llega a Nueva York para trabajar en estudio con Jon Spencer, adalid de ese nuevo-viejo tipo de rock que en la última década logró sacar a Estados Unidos de la maldición del nümetal y devolverlo a los cauces más crudos de la raíz sureña.

Cómo se logró esa alianza importa menos que lo bien que terminó sonando. En estas nuevas condiciones de trabajo, Perrosky estuvo muy lejos de intimidarse: su sonido de marca se ha aclarado, expandido y profundizado. Como productor, Spencer parece haber entendido que la crudeza del dúo tiene más que ver con la fuerza que con el ruido, y permitió que las canciones se acomoden en un cauce natural de melodía (perfectamente tarareable en temas como "Luz" y "Amanda") o en una inteligente energía bailable (como en "Sigo esperando" o la fantástica "Todos quieren llegar"). "Síguenos sin pensar" es un ejercicio-manifesto («Si te gustó lo que tocamos / síguenos» es casi el único verso del tema, aunque ejercitado desde diferentes voces) que da pistas, también, sobre la mezcla de frescura y disfrute que sigue haciendo de Perrosky una oferta local atípica, energizante y cuidada, a la que se sigue con el pie y dan ganas de correr a ver en vivo.

—Marisol García

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