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mbv

Tras su reunión de 2007, el icono del shoegaze está por fin de vuelta en disco, a través de un trabajo tan revisionista como moderno, y que deja en claro el lugar que ocupan en el mapa musical.

07 de Febrero de 2013 | 11:21 |
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Ejemplos hay varios, pero veamos uno al alcance de todos: En 1991, U2 abrió las puertas a una exploración sonora por fuera de sus fronteras conocidas de la mano de Achtung baby, un disco que despertó una amplia admiración global, pero también algo de incomprensión en la facción más conservadora de sus fanáticos de entonces. Dos años más tarde (y antes del nuevo giro que en 1997 supuso Pop), Zooropa mantuvo la línea de forma casi plena, consagrando de paso la avasalladora conquista mundial en que se embarcaron los irlandeses.

Una secuencia de continuidad como ésa, a fin de cuentas, no es ni llamativa ni poco frecuente en la música popular. Mal que mal, hablamos de dos álbumes al hilo, suficientes tanto en cantidad como en temporalidad para marcar una fase, antes de virar a otra. Por lo mismo, que My Bloody Valentine continúe en mbv con la línea que plasmó en el anterior Loveless, no debería ser de extrañar... salvo porque ese último disco fue editado en 1991, hace casi 22 años.

¿Puede ser eso señal de estancamiento u otra etiqueta de significación negativa? En absoluto, y las razones son varias. Primero, porque en tiempos en que bandas como The Strokes han hecho de la exploración vintage un must, que a otro se le ocurra visitar la era que se le antoje ya no debería ser motivo de cuestionamiento alguno. Luego, porque el sonido al que el cuarteto acude con fidelidad, no es otro que el que ellos mismos timbraron hace casi un cuarto de siglo.

Pero esos argumentos se hacen innecesarios ante el más relevante de todos: Que mbv es un mazazo, que se sostiene sin necesidad de tanta genealogía, ya fuera a inicios de los 90 como a principios de 2013. Contribuye a eso la modernidad impoluta del shoegaze y sobre todo del mencionado Loveless, cuyo adn se filtra en buena parte del indie contemporáneo, y también en este tercer álbum del grupo, desde el inicio con "she found now".

Y si esa canción se encuentra en claro paralelo con la anterior "Sometimes", otra como "who sees you" (las minúsculas son de origen) también lo está en relación con una como "Only shallow", recogiendo la estructura de electricidad retorcida, hipnotismo, múltiples capas y voces volátiles que patentó la agrupación formada en Irlanda, y que sirve tanto para piezas rockeras como para aquellas más etéreas.

Pero también hay matices, como los que ofrecen los espesos teclados de la casi onírica "is this and yes", la compleja sensualidad de "if i am", o el impulso pop que porta "new you", dueña de un groove tan sorprendente como cautivante en el paisaje del grupo. En "in another way" y "nothing is", Kevin Shields y los suyos vuelven a trabajar la suciedad, en un continuo que abre un cierre al borde del delirio, coronado con la lisérgica "wonder 2".

Así, mbv ofrece continuidad, pero también novedad y cambio. Es historia, pero también presente y futuro. Se trata, finalmente, de un resultado tan amplio y vigente que no valen la pena tantos análisis al lado de una celebración, que deje en claro que, con bandas como My Bloody Valentine, lo más importante es que por fin estén de vuelta.

Sebastián Cerda

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