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Loco de amor

El colombiano logra reinventarse de la mano del disco que menos suena a sí mismo, y que se instala entre lo mejor que haya editado hasta ahora.

13 de Marzo de 2014 | 13:25 |
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Ya en las semanas previas a su publicación, Juanes venía insistiendo en que el que estaba por venir sería nada menos que el mejor disco de toda su carrera. Una frase que en sí misma suena siempre grandilocuente, pero que en el caso del colombiano tiene sus consideraciones: Desde el punto de vista de la masividad y la efectividad pop, por cierto que la vara aún parece casi imposible de superar (sobre todo por Un día normal, el álbum que lo destapó en 2002), aunque no así desde la estética. En este último aspecto, para lograr tamaña meta Juanes tenía que partir simplemente por atreverse... a dejar de ser tan Juanes.

Eso es lo que hizo el cantautor en Loco de amor, su sexto trabajo, en el que termina de espantar los fantasmas dejados por el fallido P.A.R.C.E. (2010), para cuajar la que efectivamente es su mejor obra a la fecha. Porque si hasta ahora el colombiano parecía venir releyendo una, otra y otra vez fórmulas como las de "La paga" y "La camisa negra", esta vez optó al fin por correr el riesgo de tocar teclas distintas, bien impulsado por los productores Steve Lillywhite y Emmanuel del Real.

El sabor siempre es a Colombia, pero ahora incluso algo de moral latina alternativa se filtra entre los once cortes que integran la placa, y que arrancan dejando este nuevo perfil bien en claro: "Mil pedazos" parece barrer con todo, en un relato amoroso con mayores cuotas de rabia, y aderezado con sintetizadores que asoman fundamentales, para configurar un tema que hasta podría haber sido un descarte de La velocidad de la luz (Los Bunkers).

"Loco de amor" y "La luz" vuelven a sus terrenos más propios, marcando la alternancia que definirá a la entrega, pero desde esta nueva esfera: Es el Juanes más lúdico y folclórico, el de la matriz colombiana, pero refrescado como nunca antes gracias a la combinación acústico-electrónica, y al abandono del fraseo forzado y el halo de nimiedad y relleno que ha marcado a varios de sus textos (incluso los más populares).

Espíritu y sonido rockero asoman en la sensualidad de "La verdad", y toman ciertos aires de masividad nostálgica (a la usanza de Keane o The Killers) en "Delirio" y "Persiguiendo el Sol", aunque siempre desde un prisma caribeño. El cierre, en tanto, baja las revoluciones hasta bordear la balada desde nuevos ángulos, con el tridente que amarran "Corazón invisible", "Me enamoré de ti" y "Radio Elvis".

No estaba fácil la tarea para Juanes, quien venía saliendo de una crisis tan profunda, que incluso lo llevó a bajar la cortina tras la edición de su anterior disco. Viniendo de ahí, replantearse asomaba como algo difícil y riesgoso, pero también necesario. Quién sabe si estos pequeños ajustes resulten tan intensos como para espantar a cierto "tradicionalismo juanista", y tan leves como para no entusiasmar demasiado a sectores algo más "alternativos". Pero qué tanto: Loco de amor no sólo le abre nuevas puertas al colombiano, sino que además lo libera de fantasmas, clichés, e incluso de sí mismo. Y siendo así, hay precios que bien vale la pena pagar.

Sebastián Cerda

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