Trent Reznor, líder de Nine Inch Nails.
El MercurioSANTIAGO.- Era uno de los espectáculos que habia generado más expectativas en esta primera jornada de Lollapalooza y Trent Reznor no decepcionó. A las 20:15, Nine Inch Nails inició el show más pulcro y elaborado de lo que va de festival, y recordó por qué es considerada una de las mejores bandas de rock de las ultimas décadas.
El proyecto del músico estadounidense se reencontró con la audiencia local a seis años de su visita anterior, cuando vino a presentar "The Slip" en la entonces Arena Santiago en octubre de 2008.
Y aunque desde entonces sólo lanzó un nuevo disco ("Hesitation Marks", el año pasado), lo que se vio esta noche en el Parque O'Higgins fue muy distinto a lo que hizo la vez anterior, tanto en setlist como en puesta en escena.
Reznor llegó con sus ya conocidas producciones de luces sobre el escenario, esas que calzan a la perfeccción con su rock oscuro y procesado, que tantas veces ha sido catalogado como emblema de la musica "industrial".
Casi sin ninguna interacción con la audiencia, NIN repasó las canciones de sus primeros tiempos y también las más recientes. Incluyó "Terrible Lie" y la popular "March of the Pigs", así como por "Gave Up", "The Hand That Feeds" y "Head Like a Hole". Esto permitió ver en vivo un barrido de lo que ha hecho desde "Pretty Hate Machine" hasta ahora, incluida su faceta como compositor de bandas sonoras. Esto, porque hacia el final interpretó "Hand Covers Bruise", de la película "Red Social"- por la que ganó el Oscar junto al productor Atticus Ross-. Luego continuó con uno de los sencillos de su nuevo disco, "Copy of A".
El también cerebro de How to Destroy Angels (proyecto que tiene con su pareja, Mariqueen Maanding, y con Atticus Ross) culminó la hora y media de show con la canción de cierre de "The Downward Spiral" (1994), "Hurt".
Los otros escenarios
Pese a tener la (en el papel) indeseada coincidencia horaria con un cabeza de cartel, la chilena Francisca Valenzuela dejó en claro que a estas alturas de su carrera ya cuenta con un grueso contingente de fans y de público que empatiza con su obra, y que lo suyo con lo de Nine Inch Nails son definitivamente harinas de distintos costales.
Porque en el PlayStation Stage, cerca de siete mil personas decidieron pasar por alto al que figuraba como uno de los espectáculos imperdibles de esta versión de Lollapalooza, para ser testigos de la nueva estampa que la cantautora lució en su segundo paso por el festival (el primero fue en 2011).
Dándose el lujo de estrenar varios temas nuevos (algunos de ellos bailables) y con una puesta en escena de aires estelares (utilizó la pantalla como pocos nacionales se animan a hacerlo), Valenzuela dejó en claro que, de cara a su tercer disco, ya está mirando hacia otros horizontes, para una conquista fuera de nuestras fronteras que, por lo visto hoy, es una aspiración con absoluto asidero.
En el LG Stage, en tanto, The Bloody Beetroots armaron una fiesta para más de seis mil personas, agolpadas sobre todo a los pies del escenario, mientras los fanáticos de Zedd ya hacían fila en las afueras de la Arena para asegurar su mejor lugar en el siguiente turno.