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"La música latinoamericana me gustó siempre"

Un cubano de pasado rockero, un guatemalteco hijo de haitiana, una chilena enamorada de Brasil y el baterista del grupo que cambió la historia del rock chileno. Esos son los tripulantes de Travesía, el más reciente viaje de Miguel Tapia, con dos puntos cardinales: "lo frío electrónico y lo cálido del folclor", dice él.

03 de Mayo de 2014 | 15:17 |

Ya se asomaba una dimensión de disc-jockey en su juventud, cuando en la casa familiar en la comuna santiaguina de San Miguel había que barrer, virutillar, pasar la enceradora o sacudir los muebles. Además de esas tareas, el joven Miguel Tapia tenía una función adicional a la hora de la limpieza, según recuerda ahora.


-Cuando hacía el aseo en mi casa yo era el que ponía la música.


Faltaban algunos años para que, junto a González y Narea, Tapia se transformara en 1983 en el baterista de Los Prisioneros, aunque ya entonces tomaban forma los gustos musicales con que ese grupo iba a contribuir a un recambio en el rock chileno. Pero más inadvertido es que en aquellas sesiones musicales para hacer el aseo el baterista se acuerda también de haber puesto a sonar grabaciones de música de raíz folclórica latinoamericana. Y ésa es una influencia que ahora, más de tres décadas después, aflora en 2014 en su nuevo grupo: Travesía.


No sólo es música latinoamericana. Es un grupo latinoamericano por definición. Con cuatro cuartos exactos y equivalentes, en Travesía hay una chilena que tiene a Brasil como segundo hogar, hay un guatemalteco hijo de madre haitiana, hay algo tan improbable como un pionero rockero cubano y hay uno de los fundadores del grupo que cambió la historia del rock chileno. En otras palabras son Gabriela Pozo (voz), Rufino Cabrera, conocido como Choco (voz, guitarra, cuatro, congas y bombo), José Leonardo Leo Fernández, alguna vez llamado El Gallego (voz, bajo, guitarra y percusión) y Miguel Tapia (voz, batería, bongó, cajón peruano y secuencias).


Es una conjunción de acentos una conversación con Travesía. Es una conjunción de edades también, entre las partidas de nacimiento de Fernández (1950) y Cabrera (1961) por un lado y las de Tapia (1964) y Gabriela (1966) por otro. "Se notan las diferencias. Dos contra dos", dice Cabrera. "Ellos dos son Centroamérica", corrobora Gabriela: "se enchufan súper bien en su lenguaje, y con Miguel tenemos mucho más también la influencia ochentera, la cosa inglesa, un toque que, claro, para el Leo es más ajeno".


Con todos esos recorridos previos el grupo debutó en vivo en 2012 y este mes presentará su primer disco, Puerto Groove, con un concierto el viernes 16 de mayo (ver recuadro al final de la nota) en la Sala SCD Plaza Vespucio. Para los tres primeros integrantes es la continuación del trabajo que han desarrollado en conjuntos previos como 54U, Síncopa o Reperfusión, y para Tapia es el cuarto grupo de su recorrido luego de Los Prisioneros, Jardín Secreto y Razón Humanitaria, además del dúo con Claudio Narea que encabeza en la actualidad. Pero los de Travesía son otros rumbos.


Cuba, rock e Irak en vivo: los viajes del Gallego


La tarea de rastrear la genealogía de este grupo lleva tan lejos como a Cuba y tan atrás como a 1969, según relata Leo Fernández. Es la isla y es el año en que él integró 5U4, un grupo inscrito en la música cubana por su fusión entre rock, bolero, son y otros ritmos.


"Por alguna razón nos llegó información de los Beatles, que en Cuba era difícil de encontrar, y empezamos a hacer como el primer rock en Cuba. Porque era medio prohibido el rock en ese momento", dice el músico, cuyo grupo sonó en las radios y la televisión local. "Además éramos tres ciegos, y que llegáramos al número uno era todo un acontecimiento", agrega, con el recuerdo de actuaciones en lugares tan diversos como un festival en Varadero en 1970 o giras por México, Portugal, Bélgica, Noruega, Finlandia y hasta Irak en los años '70 y '80.


La muerte de una de las integrantes en 1989 coincidió con una nueva etapa en los '90. "Empezó el turismo en Cuba y nos acercamos más al son, a mezclar salsa con el cuento de nosotros, que éramos medio rockeros, o con el trabajo con el bolero". El grupo grabó el disco U-turn (1996) y en 1997 Fernández llegó a Chile a tocar con 5U4."Y tocando salsa, o sea nada que ver con aquel principio de hacía casi veinte años".


Por supuesto me dicen el Negro: la ruta de Rufino


Meses después del inicio de 5U4 en Cuba en 1969, un joven guatemalteco llamado Rufino Tamayo estaba formando su primer grupo en Ciudad de Guatemala hacia 1970. Tenía sólo nueve años y ya tocaba en un grupo familiar con sus cuatro hermanos.


"Todo eso duró hasta que vino la guerra muy fuerte en Guatemala, tuve que salir arrancando con mi papá, y me fui a Francia a estudiar", recuerda, en alusión al conflicto armado que se remonta a comienzos de los años '60 en ese país. "Cuando recién llegué a Francia tocaba zampoñas y bombo, con poncho y con tres chilenos. Y después hice un grupo con el que terminé tocando mambo, merengue, un poco de son, un repertorio para bailar".


A Chile llegó diez años antes de Leo, en 1987, y se inició en bandas de salsa y en salsotecas santiaguinas de la época como Papagayo's y Maestra Vida. "Ahí tocábamos salsa con dos teclados, como lo hacían los Seis del Solar", recuerda, a propósito de la banda de Rubén Blades. Grabó un primer disco y empezó a labrarse un nombre en los escenarios santiaguinos, más allá de su nombre propio, por cierto: "Por supuesto que me dicen el Negro, Choco, Chocolate…".


Brasil, Beatles y la cosa cubana: estaciones de Gabriela


Eran los mismos años de fines de los '80 en los que Gabriela Pozo subía al escenario en el primer grupo del que fue parte: Gustavo Gutiérrez y la Banda de los Corazones Solitarios, gente dedicada a recrear el repertorio de Paul McCartney y los Beatles con músicos como Ciro Vega (guitarra), Juan Carlos Neumann (saxo), Patricio Scacchi (teclados), Horacio Caruana (bajo) y Trini Campino (voz), durante un par de años hasta 1990, según reconstituye hoy.


Para entonces ella había vivido dos veces en Brasil, en la infancia y la juventud, antes de volver a Chile hacia 1980. "Ahí está la influencia mía. Fue mi primer idioma, Brasil es parte absoluta de mi historia. La música que escuchaban mis papás era la nueva trova brasilera", dice. Luego de conocer a Leo Fernández a la llegada de éste a Chile, la cantante retomó la música al incorporarse a la alineación de 5U4 con la que el músico cubano vino al país.


-El Leo venía con su banda de gira, nos conocimos y enganchamos. Era una orquesta como son las orquestas cubanas -dice Gabriela y toma aire para pasar lista-: saxos, teclados, pianista, baterista, tumbador, trompeta, eran como diez, maravilloso. De los Beatles me pasé a la cosa cubana que ni siquiera es la salsa, ojo, porque la salsa es muy neoyorquina, sino que es el son, que es diferente: los Van Van, con esas cosas súper atravesadas. Para mí estar con estos monstruos de la música fue una experiencia fabulosa.


Miguel Tapia en la casa: joropo con The Cars


El domicilio de Travesía está en Pirque, la ciudad al sur del río Maipo en la provincia de Cordillera donde los cuatro integrantes formaron el grupo y viven hoy. Gabriela llegó en 1992, Choco a mediados de los '90, Leo en 1997 y Tapia en 1999. Este último recuerda que sus tres compañeros actuaban con el nombre de Sincopados junto a la hija de Choco en acordeón y a un músico francés que tocaba steel drums. Y otro grupo previo entre Gabriela y Choco es Reperfusión, hacia 2004 y con más músicos cubanos. "Era más jazz, más latin, y éramos un grupo grandote", recuerda la cantante.


-¿Cómo se ensamblan todas esas historias en Travesía?
-Cuando conocí a Leo enganchamos con la música cubana -explica Miguel Tapia-. En el '86 o el '87 viajé a Colombia por primera vez con el grupo (Los Prisioneros) y todos nos trajimos discos de lo que estaba pasando en Colombia, en Centroamérica. Además tenía una pareja en ese momento que era bailarina y que iba a estos lugares donde tocaban salsa, había una salsoteca en Pedro de Valdivia con Bilbao, en un caracol ahí arriba. Y paralelo a eso desde chico también tuve una conexión con la música de Latinoamérica, porque un familiar que vivió en Venezuela muchos años nos mandaba discos.


-¿Qué música era?
-De muy niño escuché la música llanera, el joropo venezolano. Al viajar a Colombia conocí el vallenato. Y en mi casa también se escuchaba mucho folclor. Entonces tuve la suerte de conocer a los Clash, a The Cars, y junto con eso también esta música. De hecho cuando hacía el aseo en mi casa yo era el que ponía la música. Y era rico, porque ponía a José Catire Carpio, que es venezolano, música llanera del campo, preciosa, y después ponía el disco Sandinista! (de The Clash). O ponía el Revolver de los Beatles, y después música de Uruguay o música guaraní. La música latinoamericana me gustó siempre. Cuando nos conocimos con Leo le empecé a mostrar mucha música cubana que ni él conocía.


-Tenía muchísima música -corrobora Leo.


-Aparte de que aquí en los cumpleaños en la casa de Choco o de la Gabriela se ponían a tocar inmediatamente, y qué rico poder tocar en un lugar donde dejara de ser el Miguel Tapia de Los Prisioneros -sonríe el baterista-. Aquí toco con mis amigos nada más. Tomé el cajón peruano de Choco y los acompañaba. Ahí nació realmente.


-O sea Miguel entró en un ensayo una vez -dice Gabriela- y se quedó.


Orden de los factores: primero la percusión, luego la electrónica


Travesía debutó en 2012 en el café La Candelaria del santiaguino barrio Italia, y en 2013 tocaron en el Festival de Teatro de La Florida, en el Teatro Municipal de San Joaquín y en la Feria del Libro de Santiago. Todas fechas en las que han presentado el repertorio de su primer disco, con seis canciones propias y cuatro tradicionales: de Cuba eligen "Chan chan", popularizada por Buena Vista Social Club, y "Me voy pa'l pueblo", éxito de Benny Moré, y de Brasil recrean "País tropical", himno de Jorge Ben, y " Aguas de março", de Tom Jobim.


"A todos nos encanta la música brasilera, y meter portugués en medio también se resbala un poquito de América Latina en castellano", considera Choco. "Pero la gracia era darles el sonido de Travesía, y ahí Miguel ha hecho un trabajo vital", comenta Gabriela. "Él entró con la percusión, pero después puso la electrónica y la cosa agarró un gustito que nos agradó a todos. Era eso, estábamos buscando y el gran aporte de Miguel fue darle ese sonido que es como su sello".


-¿El grupo es de cuerdas y percusión, no hay teclados ni vientos?
Gabriela: No, pero un trabajo importante de Miguel está en las bases, la programación. Además que él también se paró, porque estaba sentado tocando cajón (peruano). Ahora canta, está súper presente, y eso cambió todo, se tomó el rol.
Leo: Además está haciendo una pega que había soñado todo el tiempo: que no fuera sólo el rock, sino algo más de lo que sabía de folclor, de la música centroamericana, de experimentar con la música electrónica.
Tapia: Lo que he trabajado un poco es la producción del disco, además de agregar la parte electrónica, sin recargarlo para que no sea forzado. También hay son cubano, en el que el Leo se maneja muy bien.


-¿De dónde vienen los ritmos de las canciones?
Tapia: Hay canciones de Choco que tienen una influencia natural de su tierra, su gente, de su familia, de su mamá, que es haitiana.
Choco: Hago lo que se conoce como trova centroamericana, con guitarra y la melodía, pero un poquito más teñido con esta historia más rítmica, con un poco más de peso. Es la inspiración de andar con la guitarra y componer sobre ella.


El guitarrón de Santos Rubio


Entre las canciones de Choco en Travesía están "Haití", inspirada en su madre; la acústica "Esa morena", incluida en ese primer disco que grabó a su arribo a Chile, y "Cordillera", compuesta hace veinticinco años también con motivo de su llegada. "Que es muy interesante, porque es la impresión que le causó la cordillera, pero el sonido es centroamericano", dice Leo.


"La tirada" es una composición de autoría compartida entre Gabriela, Leo y Choco, basada en las cartas del Tarot. Y otro polo son las canciones de Miguel Tapia para el grupo. Una es "Rupa rupa", que incluye el sonido del guitarrón de Santos Rubio, eminente cantor a lo poeta y guitarronero de Pirque fallecido en 2011. "El guitarrón de Santitos grabado al comienzo de esa canción es mágico", dice Choco.


"Lo sampleé y lo procesé un poco nada más. Y es bacán para uno, para nosotros, usar el guitarrón de Santos Rubio en esa canción. Al final tiene una secuencia electrónica y se va en un estilo más trance", dice el baterista, otra de cuyas canciones es "Se me sale el indio", estrenada como primer single a comienzos de año.


-Está muy bailable -comenta Gabriela-. Discotequera total.


-¿Tiene una letra sobre la infancia?
-Claro, la infancia nuestra, la tuya también seguramente -dice Tapia-. Son juegos que uno jugaba en la calle, en las noches de verano, al cargar la mata, a los cuchillitos…
-… a la patá del burro -agrega ella-, al parir la chancha…
-… había uno que se llamaba… ¿te acuerdas de un juego en el que uno se ponía y saltaban encima? -pregunta él.


-¿El caballito de bronce?
-El caballito de bronce. Ese tema nació originalmente con una base house y después con unas trutrukas. O sea súper extremo, muy lejos una cosa de la otra. Y después escribí la letra con esto de los juegos de niños y con esa frase típica que uno dice de que "se me sale el indio" cuando algo te da mucha rabia. Junté esos elementos y quedó del house a lo autóctono.


-¿"Se te sale el indio" en lo personal también, más allá de tu imagen de tipo tranquilo?
-Por supuesto, más allá de lo que uno quiere -sonríe-. Soy un tipo tranquilo pero se me sale el indio permanentemente. Como a todos.


Prisioneros, con confianza


En Travesía recuerdan en especial la actuación que cumplieron en enero de 2013 en el citado festival de teatro de La Florida ante unas cinco mil personas. "Tocamos todo el repertorio, la gente aplaudió de pie y a nadie se le ocurrió pedir un tema de Los Prisioneros. Ése fue el gran desafío", dice Leo. "Miguel presentó al grupo y no teníamos ninguna canción de Los Prisioneros. Si nos pedían una íbamos a decir 'Somos Travesía'", sonríe Gabriela.


"Ahora estamos tocando temas de Los Prisioneros, pero con la confianza de que tenemos algo que decir. Ya soltamos eso, los estamos tocando con ganas, haciendo versiones", dice Choco. "Y en el escenario lo interesante es que yo no soy la vocalista del grupo", continúa ella. "Yo quería ser un instrumento más y efectivamente el Choco y Miguel cantan. En el escenario cantamos todos".


-De hecho se paran los cuatro al mismo nivel en el escenario.
Choco: Bastante parejito. A lo mejor ésa es la aproximación de la que habla Miguel: no es que lo reverenciáramos como a un Prisionero, sino como a Miguel. Por supuesto que lo reverencio cada vez más como Prisionero, porque ahora sé de qué se trata. Y eso también le acomoda a él. Estamos en un plan en el que cada uno hace su trabajo.
Leo: Para mí él siempre fue mi amigo Miguel. Yo no tenía idea de Prisioneros ni de nada cuando llegué, soy un cubano, no cachaba.


-¿Qué canciones de Los Prisioneros están adaptando?
Tapia
: Después de que ya tuvimos bien preparadas nuestras canciones elegimos algunas como "Rockers" ("We are sudamerican rockers"), que me gusta mucho, o "Tren al sur", una de mis favoritas. "Paramar" sale muy bonita, a dos guitarras y a cuatro voces, acústica. Pero en todo caso es como dijo Gabriela, un pequeño regalo si es que se da en algún show. Principalmente somos lo que estamos haciendo ahora.


Electro latino le pusimos


Además de su historia con Los Prisioneros, Travesía se conecta por medio de la música electrónica con los citados grupos que Miguel Tapia formó en los años '90: Jardín Secreto, con los que grabó los discos Jardín Secreto (1993) y El sonido de existir (1997) junto a la cantante y tecladista Cecilia Aguayo, y Razón Humanitaria (1999), con el cantante venezolano Argenis Brito, futuro integrante de grupos como Sr. Coconut y Mambotur.


"Desde la época de La voz de los '80, año '84, cuando éramos un grupo de guitarra, bajo y batería, a mí me llamó la atención entre otros el sonido de Yazoo", dice el baterista, a propósito del dúo tecnopop inglés que el tecladista Vince Clarke, hoy en Erasure, formó en 1981 con la cantante Alison Moyet después de alejarse de Depeche Mode. "Pero me quedé callado porque sabía que Jorge y Claudio me podían molestar con que "cómo me podía gustar esa música con máquinas".


-¿Jorge González también?
-Es que éramos muy chicos. Yo no sabía que a Jorge le iba a gustar después la música electrónica como a mí.


-¿Eres el primero de Los Prisioneros al que gustó la música electrónica, podríamos decir?
-Posiblemente, es muy probable. Me llamó la atención ese sonido tan claro, tan pulcro de algún modo y tan pesado con los bajos en Yazoo, en… ¿qué tema era?


-¿"Don't go"?
-"Don't go", sí, claro, esas cajas. Y no sé si después, o paralelo a mí, Jorge empezó a enganchar con la música electrónica, y ahí ya tenemos toda la influencia del Pateando piedras (1986), que es el segundo disco de Los Prisioneros, donde hay muchas secuencias, mucha influencia de Depeche Mode. Después en el tercer disco (La cultura de la basura, de 1987) hay mucho sampler. Y eso es lo que siempre me ha marcado. De verdad que no es el rock. A mí el rock de guitarra, bajo y batería no es lo que más me ha apasionado. Más me han apasionado lo frío electrónico y lo cálido del folclor. Y ahora justamente se juntó eso. Con Jardín Secreto y Razón Humanitaria hice pop electrónico, y esto (Travesía) ya tiene que ver más con electro… ¿cómo lo habíamos llamado?

-"Folclor" no nos gusta mucho -dice Leo.

-Electro latino le pusimos, porque no existe eso -agrega Gabriela.

-Es más un electro latino que otra cosa -define Tapia.


-¿Probablemente has escuchado cosas como Sr. Coconut o Mambotur? ¿Esta música coincide también con eso, o con las mismas Congas pensantes de Gonzalo Martínez?
-Sí, claro, por coincidencia. También me gustó harto ese trabajo con Martín Schopf (se refiere al dúo Gonzalo Martínez, formado por Schopf y Jorge González, que grabó el disco Gonzalo Martínez y sus congas pensantes en 1997). Martín produjo el segundo disco de Jardín Secreto (El sonido de existir, de 1997) y también ahí estuvo Atom Heart (el músico alemán Uwe Schmidt, radicado en Chile). O sea eran grandes tipos de la electrónica.


-¿Hay una conexión con esta música?
-No está tan alejado. De hecho todas esas vertientes se juntaron en algún momento, llegaron estos alemanes en el año '94, '96, a Chile (se refiere a Uwe Schmidt, a Tobias Freund, que integró el dúo Sieg Über Die Sonne junto a Martín Schopf, o a Max Loderbauer y Tom Thiel, de Sun Electric) y también hicimos música juntos. Yo aprendí muchas cosas de ellos, además del gusto por la música electrónica que traía desde joven.


-Por lo demás Argenis, que hizo contigo Razón Humanitaria, fue después cantante en Sr. Coconut con Uwe Schmidt.
-Argenis, exacto. De todas maneras tengo esa influencia y esa información, y la he estado plasmando en el trabajo que estamos haciendo ahora. Con la diferencia de que aquí no todo es programado. Claro, es una gran diferencia.

-Lo otro es el sabor -dice Choco-. Mira, notros tenemos cinco banderas: la chilena, por supuesto, la de Guatemala, yo tengo la de Haití, la de Cuba y la de Brasil.

-Y yo he entrado en eso porque uno va aprendiendo -concluye Miguel Tapia-. Yo he aprendido harto de la música que ellos traen. Por primera vez alguien nos hace una entrevista a todos nosotros, porque ahora ya la gracia, entre comillas, no sólo soy yo, sino también el Choco, la Gabi, el Leo. Ellos también tengan sus historias y su peso musical.


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