Algo especial tiene desde ya un grupo donde el cantante y guitarrista principal no necesariamente escribe ni compone la mayoría de las canciones, donde al contrario como autor y compositor firma sobre todo el otro guitarrista y cantante, donde el bajista además toca el piano y entonces alguno de los dos guitarristas tiene que hacerse cargo del bajo, y donde el baterista también toca teclados. Esos son los créditos cruzados en el nuevo disco de Los Setas, un cuarteto de rock donde la movilidad en esos roles se traduce además en el repertorio dinámico y amplio que hay en Mirador.
No cuesta pensar en Los Bunkers en este punto, y no sólo porque ése es un grupo donde el cantante y líder escénico es uno y los autores y compositores son otros. Hay otras razones posibles. Uno de los productores de Mirador es el bajista Gonzalo López (de Los Bunkers). En este grupo toca el primer baterista que tuvieron Los Bunkers en 1999 (Manuel Lagos). Los Setas nacieron en Concepción. Y tienen los rasgos rockeros y melódicos que han caracterizado a algunos de los más reconocidos grupos de esa ciudad, partiendo por la aptitud para componer melodías instantáneas en canciones como "Aires sin miedos" y "Ruidos de más", del guitarrista Pablo Gajardo, "Más", del cantante Gonzalo Saldías, o "En flor", del bajista Diego Gajardo, que tiene uno de los mejores estribillos de todos.
En el segundo disco del grupo tras Espaldas rotas (2012) el repertorio incluye pistas más luminosas en "Camino largo" y los acordes inesperados que aparecen en el coro de "Barrios de arroz", así como hay rock en la citada "Ruidos de más", piano rocanrolero de "Tiempo de tirar", sonido casi new wave en la mencionada "En flor", bien avenido con esos acordes trémulos de guitarra en "Ser humano", que a su vez se encadenan con el tono más sombrío de "Suicidas de papel", "Flores muertas" y la melancolía para piano y guitarra de "Dame otro mirar". Son trece canciones, opciones suficientes que Los Setas proporcionan para armar distintos órdenes como éste o como otros.
Si se trata de timbres, también resuena cierto recuerdo Bunker en el vibrato de uno de los cantantes en las notas agudas, e incluso parecen juntarse un eco de Álvaro López y hasta el espejismo de un joven Álvaro Henríquez del '91 en el solo verso "Él ya no te vio perdida en la ciudad", tal como se puede escuchar un arranque a Jim Morrison en el minuto 2:52 de "Flores muertas". Por sobre esos detalles descolla la combinación de dos voces de los guitarristas, voces a coro en "En flor", paralelas en "Camino largo", intercaladas en "Aires sin miedo", entreveradas al final de "Suicidas de papel", turnadas y superpuestas en "Ruidos de más". Y hay personalidad adicional en versos como "Cuando prendes el televisor / tu vida ya tiene dios" (en "Ser humano"), o en la serie de viñetas de "Más", donde Saldías escribe sobre tratar de engañar a Sherlock Holmes o mirar el Canal del Senado y anota "Ríe sin mostrar los dientes / al oír a un Presidente / homenajear a Robinson Crusoe", para hacer un poco de historia reciente.