TOKIO.- El operador de la central de Fukushima anunció hoy que ha perdido el robot teledirigido enviado el pasado viernes para examinar el interior de la vasija de contención del reactor 1, uno de los más afectados por el tsunami de 2011.
El aparato dejó de estar operativo cinco horas después de entrar en la vasija tras completar sólo una parte de su misión, consistente en explorar el interior del reactor de cara a la futura retirada del combustible fundido, explicó en un comunicado la propietaria de la accidenta planta, Tokyo Electric Power (TEPCO).
Estaba previsto que el robot articulado recorriera unos 20 metros en la parte superior de la vasija de contención, pero se quedó atascado con algún obstáculo tras cubrir aproximadamente la mitad de este recorrido.
Aún así, el dispositivo pudo recoger y transmitir datos sobre el nivel de radiación y la temperatura en 14 de los 18 puntos que debía analizar, según explicó la operadora.
Ante la imposibilidad de recuperar el aparato, TEPCO decidió cortar el cable de conexión y abandonarlo dentro de la vasija del reactor, detalló hoy el diario Mainichi.
La operadora de la planta tenía previsto introducir hoy un segundo robot para continuar con la exploración de las instalaciones nucleares, pero ha suspendido esta medida hasta determinar las causas del fallo del primer dispositivo.
Con estas iniciativas los técnicos TEPCO aspiraban a lograr, por primera vez desde el accidente de 2011, observar el interior de esta vasija y el estado en el que se encuentra el óxido de uranio fundido en su interior, algo imposible hasta ahora debido a los altos índices de radiación.
El robot, de forma tubular y articulado para sortear obstáculos, estaba equipado con cámaras, un termómetro y un dosímetro que calcula los niveles de exposición radiactiva y fue introducido en la vasija de contención del reactor a través de una tubería.
TEPCO también planeaba tener lista para el año que viene otra versión del robot resistente al agua que pueda explorar la parte inferior de la vasija de contención, donde se acumula el agua filtrada de los sistemas de refrigeración y también el combustible fundido.
La retirada del combustible es la operación más compleja y delicada dentro del largo proceso para desmantelar la central, cuya duración estimada es de unas cuatro décadas.