Los
terremotos de gran magnitud cuyo origen se encuentra bajo el lecho marino
y a una profundidad menor a 60 kilómetros, generan una fuerza que
actúa sobre el océano dando origen a ondas u olas que se
conocen como maremotos o tsunamis.
Para
que un fenómeno de esta naturaleza tenga lugar, el fondo marino
debe ser movido abruptamente en forma vertical, de manera que el océano
es impulsado fuera de su equilibrio normal.
La
velocidad y altura que alcanzan estas ondas, depende de la profundidad
de las aguas por donde se desplazan. Es así como en su zona de
generación y mientras viajan por aguas profundas mar afuera, las
olas de un tsunami son de gran longitud y poca altura, y pueden desplazarse
a gran velocidad con un lapso de 15 a 60 minutos entre una onda y otra.
Conforme se acercan a la costa y en la medida que disminuye la profundidad
del fondo marino, las olas se hacen más cortas y disminuyen su
velocidad. En consecuencia, su energía se concentra, aumentando
sus alturas y su poder destructivo.
Si bien los tsunamis también pueden ser originados por erupciones
volcánicas en islas, derrumbes costeros e incluso explosiones submarinas
de dispositivos nucleares, la mayoría ocurre a raíz de un
terremoto asociado a zonas de subducción. Y dado que muchas de
estas áreas se encuentran bordeando la cuenca del Pacífico, la gran mayoría de los tsunamis ha ocurrido en el Océano
Pacífico.
Los
tsunamis se clasifican según la distancia o el tiempo de viaje
desde su lugar de origen en:
Locales: Si el lugar de arribo en la costa está muy cercano,
dentro de la zona de generación o a menos de una hora de tiempo
de viaje desde su origen.
Regionales: Si el lugar de arribo en la costa está a no
más de 1.000 kilómetros de distancia de la zona de generación
o a pocas horas de tiempo de viaje desde esa zona.
Lejanos: Si el lugar de arribo está a más de 1.000
kilómetros de distancia de la zona de generación y a aproximadamente
medio día o más de tiempo de viaje desde esa zona.
La
llegada de un tsunami a la costa se hace evidente por el recogimiento
de las aguas (como pasó después del terremoto de Valdivia
de 1960), o bien por una rápida alza del nivel del mar.
¿Cómo enfrentar un tsunami?
- Ante
la alerta de un tsunami, las personas que se encuentren en la costa deben
trasladarse hacia zonas seguras, como laderas o cerros ubicados por lo
menos a 20 metros de altura sobre el nivel del mar. En caso de encontrarse
en un lugar donde no haya sitios altos, un bosque puede ser una buena
protección alternativa.
- Considerando
que las olas de un tsunami pueden penetrar varios kilómetros tierra
adentro por ríos y esteros, es importante alejarse lo más
posible de estas corrientes de agua.
- Una
vez que el mar se recoge, grandes extensiones del fondo marino quedan
secas. Cuando esto ocurra, nunca hay que aprovechar la oportunidad para
extraer peces o moluscos, ya que los tsunamis llegan a la costa muchísimo
más rápido que la velocidad de desplazamiento que tiene
una persona.
- Los
tsunamis sólo son destructivos cerca de la costa, por lo que si
al momento de una alerta se encuentra navegando, lo mejor es dirigir la
embarcación mar adentro sobre una profundidad mayor a los 150 metros.
- Un
tsunami puede tener diez o más olas destructivas en un lapso de
12 horas. Por esta razón es importante tener a mano frazadas o
ropa de abrigo, especialmente para los niños, y una radio a pilas
para mantenerse informado sobre la situación.
-
Finalmente, regrese a las zonas no seguras sólo después
de que las autoridades indiquen que el peligro ha pasado.