Pocas veces se ha visto en Chile algo como lo que sucedió con Madonna en 2008. Si bien es cierto que la histeria y las corridas en la apertura de puertas son habituales en las visitas de cualquier estrella juvenil de turno, cuando un nombre con estampa de clásico lo logra la escena se suma a un abanico de factores, que terminan por hacer de esa visita algo simplemente inolvidable. Un hito.

Oportunidades hubo anteriormente: La diva llegó hasta Buenos Aires en su etapa más candente de los 90, con giras que eran comentario obligado en el mundo entero. Pero ni las condiciones desde acá, ni las ganas desde allá, permitieron que la artista cruzara la cordillera.

Desde entonces el rumor se aparecía cada tanto, pero sólo en 2008 se hizo realidad, cuando la "reina del pop" recaló en el marco de su gira Sticky & Sweet. Fueron días de locura: Fervor por la estrella absolutamente reverdecido entre sus fans de todas las edades, cientos de personas agolpadas fuera del hotel, campamentos fuera del Estadio y Madonna que apenas se dejó ver.

Eso en el contexto. En los días "D", en tanto, lleno total en el Nacional durante dos ocasiones consecutivas, algo que hasta ahora sólo han logrado figuras como Los Prisioneros, Soda Stereo y Roger Waters. Esas 140 mil personas disfrutaron de un espectáculo como pocos que hayan pasado por estos lares, con un despliegue de tecnología avasallador, y estímulos visuales por doquier. Hubo clásicos también, como "Human nature" y "Vogue", en jornadas que maravillaron a fanáticos que por fin vieron saldada su deuda, y que Emol relató de esta manera (Aquí)