Vietnam
Pocos meses después de aquel combate con Patterson Ali debió enfrentar otra dura batalla, pero esta vez lejos del ring. El Gobierno lo había declarado apto para el servicio lo que significaba que en cualquier momento podría ser reclutado para la guerra. Era ciertamente un claro efecto propagandístico, tal como años atrás había sucedido con Elvis Presley.
A diferencia de hoy, en aquel entonces el pueblo norteamericano no desaprobaba mayormente la guerra, por lo que cuando Alí declaró que no tenía intenciones de alistarse en el servicio hubo mucha gente que le pasó la cuenta y llegó incluso a recibir amenazas de muerte. Pero cabe consignar que también sumó adeptos por su decisión.
Mientras tanto seguía peleando, cinco desafortunados se toparon con él hasta que le tocó el turno a Ernie Terrell en 1967, quien en la previa osó llamarlo Clay en lugar de Alí, al igual como antes lo hubiera hecho Patterson. La respuesta fue similar, con castigos progresivos a medida que avanzaba el combate que esta vez se extendió durante 15 rounds y, luego de cada golpe, el campeón le gritaba a su retador: “¡¿Cómo me llamo?!”.
Dos meses después de esa pelea Alí fue convocado a las filas del ejército, a lo que respondió tajantemente: “Me niego a incorporarme porque considero que debo estar exento de ello por mi condición de ministro de la religión del Islam”. Fue, sin duda, una de las declaraciones más importantes de su vida.
Cinco años de cárcel y 10.000 dólares de multa fue la sanción que recibió por emitir tales palabras; era el castigo más alto que le podían propinar pero además lo inhabilitaron para practicar el boxeo. El campeón del mundo había perdido su título fuera del ring cuando con 25 años se encontraba en su mejor condición para seguir destrozando contrincantes. Para evitar la prisión Alí decidió vivir en el exilio.