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El Cine Chileno

Ana González en "La dama de las Camelias"
Luego de una pausa de tres años, el cine nacional se reactiva bulliciosamente en 1934. "Norte y Sur" marca el inicio de la era sonora y el regreso de Jorge "Coke" Délano al país tras un tiempo radicado en Hollywood. La cinta narra la historia de un triángulo amoroso inmerso en el paisaje minero, con un elenco encabezado por Hilda Sour, Alejandro Flores y Guillermo Yánquez, que debieron acceder a filmar de noche en un improvisado estudio, para así paliar el ruido santiaguino que quedaba impregnado en la flamante banda sonora. La siguiente película de Délano, "Escándalo" (1940), es destacada por la crítica como una de las más valiosas de su década.

Con le llegada del sonido, el cine chileno de todas formas no pudo despegar. Las películas se remitían a los mismos temas, predecibles y con fórmulas importadas desde norteamérica, sumando números musicales que seguían la misma línea. La historia del huaso enamorado de la hija del patrón era tan típica como la trama del "rotito" y sus aventuras en la capital. Aún así en esta etapa destacan autores como el prolífico José Bohr, Miguel Frank, Patricio Kaulen y Eugenio de Liguorio, quien dirigió el gran éxito comercial "Verdejo gasta un millón" (1941), en la que actuó el comediante Eugenio Retes y Malú Gatica, y que además tuvo su respectiva secuela un año más tarde: "Verdejo gobierna en Villaflor".

En 1942 el cine es empujado desde el gobierno. Aquel año la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO) dio nacimiento a Chile Films, que por treinta años proveyó a los cineastas con recursos técnicos para filmar sus proyectos. La idea de formalizar una industria cinematográfica en el país no tardó en derrumbarse, ya que siete años más tarde los estudios presentaban un balance desolador en términos económicos y culturales. Nunca se escatimó en gastos para atraer a directores foráneos -algunos sin pergaminos- para conducir cintas calificadas como 'superproducciones', pero que estuvieron lejos de reportar ganancias. "La dama de la muerte" o "El padre Pitillo", ambas de 1946, son algunos ejemplos de severos tropiezos. "El diamante de Maharajá", en cambio, fue una comedia de aventuras -de las cintas más caras de la época- protagonizada por el comediante Lucho Córdoba, que alcanzó gran éxito en la taquilla.

De la fecunda manija de José Bohr, destacan en esos años "La dama de las Camelias" (1947), una adaptación a la obra de Dumas con Ana González a la cabeza, "Tonto Pillo" (1948) y "El gran circo Chamorro" (1955).

En la década del '50, la producción fílmica decae notoriamente, con apenas trece películas estrenadas en todo el periodo. Pese al exiguo volumen, en este decenio aparecen los primeros indicios de lo que vendría en la siguiente década, con un cine enfocado al entorno social. Naum Kramarenko lo deja entrever en "Tres miradas a la calle" (1957) y luego algunos años más tarde con "Deja que los perros ladren" (1961).

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