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El Cine Chileno


El sello marcado que tuvieron épocas previas -en cuanto al género de los filmes- se cambió hacia un espectro más amplio en la década del noventa. La participación del Estado en los proyectos fílmicos (el Fondart, creado en 1992, ha favorecido a un 90% de los largometrajes chilenos) impulsó la creación cinematográfica en suelo nacional. Se cuentan así películas que no sólo tuvieron buena respuesta de público, sino que también apoyo de la crítica, tales como "Johnny cien pesos" (1993) de Gustavo Graef-Marino; "Historias de fútbol" (1997) del debutante Andrés Wood o "Gringuito" (1998) de Sergio Castilla.

El problema era que, si bien algunas cintas nacionales lograban un relativo apoyo del público chileno, la competencia de las películas extranjeras seguía siendo aplastante. Eso hasta que un nuevo remezón sacude las butacas con el estreno de "El chacotero sentimental" (1999), cinta de Cristián Galaz basada en el popular programa radial homónimo, que rompió todas las marcas existentes de taquilla y sacó a la luz una veta comercial del cine chileno, que se expandió con películas como "Ángel Negro" (2000) de Jorge Olguín y la infantil "Ogú y Mampato en Rapa Nui" (2002) de Alejandro Rojas, ambas muy bien respaldadas en la taquilla y con fuertes campañas de marketing a sus espaldas.

Con este nuevo impulso, el cine chileno ha marcado una presencia más constante en las competencias internacionales. "Coronación" (2000) de Silvio Caiozzi destacó con trofeos en los festivales de Montreal, Huelva, Cartagena y La Habana, siendo lejos la más exitosa en este sentido. La película basada en la obra homónima de José Donoso maravilló con una fotografía cuidada, actuaciones sólidas (Julio Jung, Maria Cánepa y la debutante Adela Secall) y una precisa banda sonora compuesta por Luis Advis, también premiada internacionalmente en el Festival de Trieste.

Otras películas nacionales recientemente aplaudidas internacionalmente han sido "La Fiebre del Loco" (2001) en Cartagena y Lleida; y "Taxi para tres" (2001) de Orlando Lübbert, en Cartagena, La Habana, Mar del Plata, Miami y San Sebastián.

El año 2003 comenzó auspicioso para los cineastas chilenos en el ámbito local. "Sexo con amor", de Boris Quercia, película que mantiene el récord de espectadores en su primer fin de semana. Ese año llegó a las salas, además, "Los debutantes", la película que lanzó a la fama a Antonella Ríos con su sexy escena de la crema.

Hacia fines del 2003, otros dos filmes llaman poderosamente la atención: "Sub Terra", de Marcelo Ferrari, que tras su estreno se ubicó como la segunda película más vista, tras el filme de Quercia. Es además la segunda producción más cara del cine local. La otra película fue "El Nominado", que finalmente terminó siendo un fracaso absoluto y sus realizadores aún tienen conflictos legales pendientes con algunos protagonistas de la película, quienes aún reclaman el no pago de sus sueldos.

El siguiente gran golpe del cine nacional llegó con "B-Happy", de Gonzalo Justiniano, que permitió el debut de Manuela Martelli una actriz que se transformó en el gran rostro de 2004 porque, además, fue la protagonista del gran éxito de ese año: "Machuca".

El 2004 también estuvo marcado por el fracaso de "Azul y Blanco", la película de Sebastián Araya sobre las barras bravas, que tenía como figura a Iván Zamorano.

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