Siervas del Sagrado Corazón de Jesús, sus nanas:

El domingo 3 de abril, cuando los restos del Papa fueron colocados en la sala Clementina, llamó la atención que las autoridades dieran su pésame a un grupo de monjas polacas vestidas con hábito negro. Ellas estaban sentadas a un costado del cuerpo.

Distintas religiosas miembros de la orden Siervas del Sagrado Corazón de Jesús, la misma donde se formó Santa Faustina, acompañaron a Juan Pablo II sus 26 años de Pontificado. Tres, de las cinco monjas de la “tercera generación”, se encontraban en su dormitorio al momento de su muerte. Dirigidas por la superiora sor Tobiana Sobodka, fueron las encargadas de cuidar y alimentar –con las comidas de sor Germana- al Papa.

Junto a su secretario privado, monseñor Stanislaw Dziwisz, y su camarero Angelo Gugel, fueron el grupo más cercano al Pontífice y vivían como una familia en los departamentos papales.