SANTIAGO.- La historia del Yagán se remonta a 1970, cuando el gobierno de Salvador Allende encomendó a su ministro de Economía, Pedro Vuskovic, la misión de fabricar dentro de Chile un automóvil de orientación económica para satisfacer las carencias del mercado.
El objetivo era desarrollar un auto que no costara más de 250 dólares en su fabricación y que más de la mitad de sus piezas fueran de origen chileno.
El proyecto quedó en manos del consorcio formado por Citroën y la Corporación de Fomento de Chile (Corfo), que dio vida a un jeep básico, de bajo costo, con forma de cajón que carecía de techo sólido, pero que llevaba en su lugar una estructura metálica, que los usuarios forraban en lonas para evitar las inclemencias del tiempo. El vehículo tampoco contaba con puertas y era propulsado por un motor refrigerado por aire.
El modelo que recibiría el nombre de Yagán, en honor al extinto pueblo indígena del extremo sur de Chile, contaba con una carrocería de metal, pese a que estaba basado en el Mehari francés hecho en fibra.
Debido a las dificultades técnicas y económicas que enfrentó durante su producción, el Yagán siempre fue un auto destartalado. Como se trataba de un vehículo artesanal hecho a mano, sin ningún tipo de matrices o moldes, se dice que no existen ni existieron dos Yaganes idénticos. Pese a esto, se estima que logró una cuota de fabricación cercana a las 1.500 unidades en su fábrica de Arica, en la que además se ensamblaban otros modelos de la marca francesa como el 2CV y Ami 8.
Los problemas financieros que afectaron al proyecto desde un principio, condenaron al fracaso al Yagán, que no pudo hacerle frente a los rivales de la época, desechándose el proyecto tras el golpe militar.
Sin embargo, debido a los compromisos adquiridos previamente con el consorcio, algunas unidades fueron adquiridas por el Ejército de Chile para ser usados como vehículos de patrulla en la frontera norte, sobre los que incluso se habrían montado falsos cañones de guerra con la intención de confundir a las FF.AA. de los países vecinos y dar a entender que el ejército chileno contaba con un número de carros de combate superior al real.
El Yagán –en su versión militar– tuvo que incluso superar algunas pruebas de resistencia, que consistían en ser lanzados desde aviones Hércules C-130 con paracaídas, las que tuvieron resultados desastrosos. Esto terminó por desechar definitivamente su fabricación, poniendo fin así a la historia del único vehículo diseñado y fabricado en Chile.