El robo de cables de carga de vehículos eléctricos se ha convertido en un problema creciente tanto en Europa como Estados Unidos, afectando tanto a usuarios como a fabricantes y administraciones de estas estaciones de repostaje.
Este fenómeno delictual, indican expertos, se ha visto impulsado por el fuerte aumento que ha experimentado el precio del cobre, lo que ha llevado a personas a “saquear” las estaciones en busca de estos conductores.
En Estados Unidos, los ladrones están atacando las estaciones de recarga de vehículos eléctricos, robando los cables de cobre y dejando las estaciones inutilizables. Este patrón se ha observado en numerosas ciudades, incluyendo Seattle, Oakland y Houston.
Los robos suelen realizarse rápidamente y en horarios de baja demanda indican los informes policiales. En Seattle, por ejemplo, una cámara de seguridad grabó a dos hombres cortando varios cables para luego huir del lugar en una operación que demoró menos de dos minutos y medio.
Precio del cobre
El precio del cobre ha alcanzado máximos históricos, lo que hace que este material sea particularmente atractivo para los delincuentes, quienes ganan alrededor de 15 a 20 dólares por cable sustraído.
No obstante, el costo de reemplazar estos conductores es significativamente mayor. Por ejemplo, en Minneapolis, reemplazar un solo cable puede costar hasta 1.000 dólares.
Este problema no solo afecta a los propietarios de vehículos eléctricos que dependen de estas estaciones y que se ven obligados a buscar otro lugar más alejado, sino también a los fabricantes y administradores de estas redes de carga.
Empresas como Electrify America, que gestiona una vasta red de cargadores, y Tesla, con su red de supercargadores, han reportado aumentos en los robos, impactando negativamente en la percepción de los consumidores sobre la viabilidad de los vehículos eléctricos.
Europa: un problema en expansión
Europa tampoco está al margen de estas acciones delictuales, dando cuenta de un aumento en la denuncia por estos delitos en países como España, Países Bajos y Alemania.
En Cataluña (España), por ejemplo, se han registrado múltiples incidentes, con ladrones obteniendo unos 30 euros por cable, generando pérdidas a las empresas que pueden llegar hasta los 8.000 euros.
Los robos no solo afectan la operatividad de los puntos de carga, sino que también pueden interrumpir el suministro eléctrico de estaciones completas.
De ahí que estos delitos son vistos como un obstáculo en la adopción de esta tecnología, limitando las eventuales inversiones que se puedan realizar en el sector de las estaciones o puntos de carga, algo que preocupa en el Viejo Continente.
Para combatir este problema, algunos países europeos están implementando medidas de seguridad adicionales, como carretes enrollables que ocultan las mangueras y se desbloquean solo durante la carga, alarmas sonoras y sensores. Sin embargo, estas soluciones también pueden aumentar el costo de cargar un vehículo eléctrico.