Tras posponer al menos un año el comienzo de la producción de vehículos en Barcelona, luego de quedarse con la antigua fábrica de Nissan, el fabricante chino Chery ha empezado a ensamblar automóviles en tres fábricas diferentes en Rusia que pertenecían a marcas europeas como Mercedes y Volkswagen. De esta manera, el país gobernado por Vladimir Putin se está convirtiendo en uno de los principales mercados para las compañías asiáticas fuera de su territorio.
Desde que los fabricantes occidentales, japoneses y coreanos se retiraron de Rusia en febrero de 2022, las marcas chinas han ocupado su lugar. Así, el país euroasiático se está consolidando como el principal destino para que firmas como Chery se expandan fuera de sus fronteras.
Un ejemplo de este cambio ocurrió en 2023, cuando las ventas de autos chinos en Rusia tuvieron un incremento superior al 300% en algunos casos. De esta forma, las compañías asiáticas lograron acaparar el 41% del mercado ruso durante el año pasado, una cifra significativamente mayor en comparación con el 17% de 2022 o el 3.5% en 2020.
Una de las razones detrás de este crecimiento es el endurecimiento de las restricciones rusas a la importación de vehículos, lo que ha llevado a los fabricantes chinos a aumentar su producción en plantas soviéticas que antes pertenecían a fabricantes europeos. En el caso de Chery, actualmente arma sus modelos Tiggo 7 y Exeed en las fábricas que pertenecían a Volkswagen, Mercedes-Benz y Nissan, utilizando el sistema SKD (semi knock down). Estos vehículos, fabricados en China, llegan a Rusia en kits desmontados para su ensamblaje final.
Aunque el fabricante nacional AvtoVAZ (Lada), que antes pertenecía a Renault, sigue siendo líder en Rusia con un 31% de las ventas en 2023, según las estadísticas oficiales de la AEB, Chery ya se posiciona en segundo lugar con el 18.7% del mercado. Su compatriota Great Wall ocupa el 12.3%, mientras que Geely, la empresa del multimillonario Li Shufu, alcanza el 7.4%.